La etimología de la palabra barahúnda no está clara: se cree que podría derivar del vocablo francés baragouin o del portugués barafunda. Lo concreto es que este término, que también puede escribirse como baraúnda, según explica la Real Academia Española (RAE) en su diccionario, alude a un gran barullo, desorden o desconcierto.
Por ejemplo: «Por aquella época, la región era una barahúnda donde reinaba el caos y la ley no se aplicaba con frecuencia», «El delincuente aprovechó la barahúnda y se llevó un bolso que contenía los objetos personales del artista», «La barahúnda electoral ya quedó atrás: ahora es el momento de gobernar».
Puede entenderse la barahúnda como un embrollo, un lío, un enredo, un alboroto, una gresca o un disturbio de grandes proporciones. También puede denominarse barahúnda a la situación que, en el lenguaje vulgar de algunas naciones, se conoce como quilombo.
Supongamos que, mientras se desarrolla una función teatral, se corta la luz en el recinto. Tras unos minutos a oscuras, cuando la energía regresa al teatro, muchos espectadores se dan cuenta de que les robaron sus pertenencias. Entonces se produce una barahúnda con gritos, llantos y reclamos. Nadie entiende qué ha ocurrido ni sabe quiénes son los responsables, ya que se desata un auténtico alboroto.
El ejemplo anterior está relacionado con uno de los términos que encontramos en la definición de barahúnda que nos proporciona la RAE: «confusión«. Además de todos los problemas que puedan surgir como resultado de una barahúnda, y de los daños, tanto a otras personas como a las instalaciones, una situación de este tipo acarrea una falta de orientación que vuelve muy difícil ponerle fin.
En televisión han tenido lugar numerosos momentos de gran violencia y pérdida de control durante la grabación de programas con asistencia del público en los cuales un malentendido acababa en una barahúnda. Basta un insulto de naturaleza racista, un comentario que saca a la luz información privada de un tercero o incluso un ataque físico entre dos personas para que en cuestión de segundos el plató se convierta en un campo de batalla.
Como se menciona más arriba, en medio de la barahúnda no siempre los participantes tienen claro por qué razón están causando destrozos o lastimando a otros, pero la confusión es tan grande que no pueden parar. La subida de adrenalina que caracteriza un alboroto de este tipo explica que sea tan difícil frenar y hacerse a un costado, ya que la violencia puede causar placer, como bien lo demuestran tantas actividades llevadas a cabo por el ser humano que consisten en atacar a seres inocentes por pura diversión.
Si bien muchos pueden señalar que una barahúnda solamente puede desatarse en un grupo de gente de bajos recursos o con poca educación, todos somos iguales debajo de la vestimenta y el maquillaje. En un teatro de ópera también tienen lugar peleas que podrían ser clasificadas como barahúndas, aunque no lleguen a las primeras planas como sí lo hacen las que ocurren en los estadios de fútbol.
La violencia está en nuestra naturaleza; podemos reprimirla, pero tarde o temprano encuentra la forma de escapar. A veces los individuos más tranquilos y refinados causan los daños mayores, probablemente porque son quienes más anulan sus impulsos. ¿Cómo canalizar la violencia sin lastimar a seres inocentes? Haciendo deporte, acercándonos a la naturaleza y explorando nuestras habilidades físicas.
Una barahúnda también puede producirse en un bar cuando un grupo de personas alcoholizadas comienza a insultar y a atacar a algunos de los presentes. En pocos segundos se desata una batahola con empujones, golpes y agresiones verbales de todo tipo. La barahúnda recién finaliza cuando los encargados de seguridad del bar logran contener a los violentos y los expulsan del lugar.
