La bronquiolitis es una inflamación que se registra en los conductos conocidos como bronquiolos (pequeñas subdivisiones de los bronquios en el interior de los pulmones). Para comprender con precisión qué es la bronquiolitis, por lo tanto, necesitamos primero conocer el significado de otros términos.
Una inflamación es un cambio patológico que se registra en un sector del organismo como respuesta a un agente nocivo. Las inflamaciones se caracterizan por la hinchazón y el enrojecimiento de la zona.
Decíamos que los bronquiolos son subdivisiones de los bronquios, dos conductos que surgen en la tráquea e ingresan en los pulmones. Es precisamente en esta parte del cuerpo que se encuentra en el tórax, donde la sangre es oxigenada y libera dióxido de carbono, un proceso impulsado por la respiración.
Teniendo estos conceptos en claro, resulta más sencillo entender qué es la bronquiolitis. Esta inflamación de los bronquiolos suele producirse por acción de un virus. La infección también puede generar tos, secreciones nasales, fiebre e inconvenientes para respirar.
Precisamente, los primeros síntomas de la bronquiolitis son similares a los de un resfrío: mucosidad excesiva en la nariz al punto de obstruirla, tos moderada durante unos días y fiebre. Seguidamente, la situación puede mantenerse estable o empeorar, especialmente la tos y la dificultad para respirar, con alteraciones físicas tales como el ensanchamiento de las fosas nasales y movimientos abdominales exagerados.
Las costillas se vuelven fácilmente visibles, la respiración se torna sibilante (se aprecian sonidos similares al silbido) o bien se ensucia de ruidos graves. La razón de estos fenómenos es la obstrucción que produce la inflamación de los bronquios. Si bien el proceso dura aproximadamente una semana, los peores síntomas aparecen alrededor del tercer día.
La bronquiolitis es frecuente en niños de hasta dos años de edad. En los adultos, la inflamación puede aparecer cuando la persona es fumadora.
El tratamiento puede incluir el suministro de oxígeno para facilitar la respiración, la succión de las secreciones nasales y la ingesta de altas cantidades de líquido para evitar la deshidratación.
Por lo general la bronquiolitis no requiere la hospitalización del paciente, excepto en menores de tres meses o en individuos con otras enfermedades concomitantes. En los adultos, existe el riesgo de que la bronquiolitis se convierta en una fibrosis pulmonar.
Cuando el paciente es un niño, los padres deben seguir las indicaciones del pediatra, como ser llevarlo a las consultas de revisión y tener paciencia, ya que la evolución de la bronquiolitis es lenta. Si se advierte un empeoramiento, entonces se recomienda acudir cuanto antes a un centro sanitario, en especial si el niño padece una enfermedad del corazón o si presenta alguno de los siguientes síntomas:
* vómitos y deshidratación (el segundo puede derivar del primero, o bien por la falta de apetito);
* somnolencia excesiva o superior a la habitual;
* piel morada, en especial en las yemas de los dedos y alrededor de la boca;
* respiración acelerada o con lapsos de inactividad pulmonar.
Los factores de riesgo más importantes de la bronquiolitis, entre los cuales destaca la edad, están directamente relacionados con la gravedad de su manifestación. Las personas menores a tres meses de edad son quienes poseen el riesgo más alto de hospitalización, en especial los prematuros, probablemente porque sus bronquios no han terminado de ensancharse.
Además del nacimiento prematuro, podemos mencionar otros factores de riesgo, como ser la ausencia de lactancia materna (en este punto es importante recordar que los avances de la ciencia siguen buscando reemplazos efectivos para la leche de la madre, aunque todavía ninguna alternativa es equivalente), la exposición a otras personas que puedan sufrir esta enfermedad y al humo del tabaco.
