La etimología de chicle nos lleva al vocablo náhuatl tzictli. El término se emplea para nombrar a una golosina masticable cuya consistencia es similar a la de la goma (una sustancia que se encuentra en el interior de algunas plantas).
El chicle, en sus orígenes, era efectivamente una gomorresina: una secreción vegetal que, en contacto con el aire, se solidifica. En concreto, se trataba de un producto obtenido del chicozapote, un árbol cuyo nombre científico es Manilkara zapota.
Si bien en algunas regiones todavía se mastica la gomorresina del chicozapote, la mayoría de los chicles que se comercializan en la actualidad se elaboran con plástico. Lo habitual es que se emplee un polímero conocido como acetato de polivinilo.
Orígenes del chicle
Se estima que el chicle -también mencionado como goma de mascar– nació en la época prehistórica. Diferentes pueblos solían masticar gomas y resinas de distintos árboles, por lo general aprovechando propiedades medicinales de los vegetales.
El chicle a modo de golosina tal como lo conocemos por estos días, en cambio, surgió recién en la segunda mitad del siglo XIX. Por entonces se empezaron a añadir saborizantes y se reemplazó el material natural procedente del chicozapote por una base plástica.
Efectos sobre la salud
Hoy es posible encontrar chicles fabricados con diversos componentes. Mientas que en algunos casos se les atribuyen efectos beneficiosos para la salud, en otros ocurre justo lo contrario.
Cuando el chicle no contiene azúcar, puede contribuir al cuidado de las encías y de los dientes. Esto se debe a que la masticación ayuda a generar más saliva, con lo cual se potencia la remineralización, se neutralizan los componentes ácidos que forman parte de la placa y se mejora la higiene bucal en general. Por otro lado, el incremento de la producción de saliva reduce el apetito.
Muchas veces los chicles tienen xilitol. Este edulcorante minimiza la aparición de caries, pero consumido en exceso puede causar desde acidez hasta irritación pasando por flatulencias y diarrea.
Los chicles con azúcar, por otro lado, fomentan la desmineralización de los dientes. Además propician el desarrollo de caries ya que atraen la presencia de bacterias.
El chicle y la convivencia social
El simple acto de mascar chicle produce consecuencias a nivel social. Por un lado, el hecho de masticar de manera grosera se considera de mala educación; por eso, en muchos ámbitos, es conveniente prescindir de los chicles.
Por otra parte, es común que la gente escupa los chicles en la vía pública. Las grandes ciudades, en este marco, suelen gastar mucho dinero en las tareas de limpieza que se deben llevar a cabo para removerlos de la acera, los bancos y otros espacios transitados y utilizados por los ciudadanos.
Un individuo cargoso
En el lenguaje coloquial, por último, se menciona como chicle al individuo que, por su actitud, resulta cargoso o cargante (incómodo, molesto). Esto está vinculado a la intención del sujeto en cuestión de pretender estar siempre acompañado por aquel a quien termina disgustando.
Supongamos que dos amigos suelen pasar juntos gran parte del día hasta que uno se pone de novio. Así, este muchacho empieza a repartir su tiempo. Pese a la nueva realidad, el otro joven sigue enviándole cientos de mensajes, le propone planes de salida y lo visita constantemente. Puede decirse, pues, que este chico es un chicle (o alguien chicloso).