Ciprés es un término cuya etimología no está del todo clara. De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), podría proceder del occitano cipres, a su vez derivado del latín tardío cypressus.
Un ciprés es un árbol que forma parte del grupo familiar de las cupresáceas. El concepto alude a un género que incluye a más de una decena de especies.
Características del ciprés
Más allá de las diferencias entre estas especies, todos los cipreses comparten ciertas características. Al tratarse de plantas cupresáceas, son también fanerógamas (sus órganos reproductivos, que pueden verse, son flores en las cuales tiene lugar la fecundación) y gimnospermas (como sus carpelos no forman una estructura cerrada, las semillas carecen de una cobertura).
Al igual que el resto de las cupresáceas, además, los cipreses producen semillas con, al menos, dos cotiledones. Sus flores son unisexuales, mientras que sus hojas tienen la particularidad de permanecer en las ramas incluso después de concluir su función fisiológica.
La altura del ciprés, por otra parte, puede llegar a los 20 metros. La rectitud de los troncos es otro rasgo notorio de estos árboles.
Distintas especies
Decíamos que los cipreses constituyen un género, cuyo nombre científico es Cupressus. El botánico sueco Carlos Linneo (1707–1778) fue quien lo registró por primera vez, describiéndolo en su célebre obra conocida como “Species Plantarum”.
A la especie denominada Cupressus sempervirens y llamada coloquialmente ciprés común se la considera la especie tipo de este conjunto. Nativos del Mediterráneo, estos árboles pueden vivir más de un milenio.
El ciprés de Arizona (Cupressus arizonica), el ciprés del Sahara (Cupressus dupreziana), el ciprés del Himalaya (Cupressus torulosa) y el ciprés de Bután (Cupressus cashmeriana) son otras especies de cipreses.
La madera del ciprés
El ciprés ofrece una madera que es muy valorada en distintos ámbitos. Uno de sus aspectos más preciados es su capacidad para resistir la humedad, con lo cual suele emplearse en la construcción de embarcaciones y en otras estructuras que deben estar en contacto con el agua.
Tanto la carpintería como la ebanistería recurren a la madera de ciprés. Con ella se fabrican guitarras, chapas ornamentales y múltiples clases de muebles.
Su simbología
Por cuestiones históricas y otras asociadas a tradiciones y mitologías, el ciprés posee importancia simbólica en varias culturas. Los cristianos, por ejemplo, creen que un fragmento de ciprés que se guarda en el monasterio de Santo Toribio de Liébana (España) formó parte de la cruz utilizada en la crucifixión de Jesús.
Se suele mencionar, por otra parte, que el arca de Noé se construyó con madera de ciprés. Incluso se indica que esta madera estuvo entre las usadas para la edificación del Templo de Salomón.
En distintas épocas se asoció al ciprés con los ritos funerarios. Por eso se plantaban junto a sepulcros y sus ramas se colocaban en las puertas como señal de luto.
Otros usos del término ciprés
En la arquitectura religiosa mexicana, se llama ciprés a una estructura similar al baldaquino (el pabellón que se emplea para la cobertura del altar). El ciprés, en este sentido, se sostiene con columnas e integra el altar mayor.
La pera ciprés, por último, es una variedad del fruto obtenido del peral común (Pyrus communis). Su carne es blanquecina y su sabor, dulce pero muy suave.