El cosismo es una falencia comunicativa que consiste en repetir de manera exagerada el término cosa en lugar de apelar a otros sustantivos más específicos. Se trata de un problema de estilo que puede aparecer tanto en el lenguaje escrito como en el lenguaje oral.
Se considera al cosismo como un vicio discursivo (concepto que también se conoce como vicio del lenguaje o del discurso) que refleja un léxico acotado y una dificultad para hacer uso de los matices y las variantes que ofrece un idioma. En ocasiones, el origen de este defecto se vincula a problemas en la memoria de la persona.
Los vicios del lenguaje consisten en usos inadecuados de ciertos vocablos, o bien de construcciones que resultan incorrectas desde un punto de vista gramatical, sintáctico o semántico. Todo esto nos conduce a la emisión de un mensaje que resulta difícil de interpretar para el interlocutor. Pero estos errores no sólo se encuentran en la forma de las palabras, sino también en su emisión sonora: si la dicción falla siempre en los mismos sitios, alterando determinados puntos comunes, entonces la comunicación se ve afectada.
Lo habitual es que el cosismo aparezca cuando el individuo no encuentra conceptos para denominar o designar diversos elementos. Supongamos que alguien ingresa a una ferretería y le indica al vendedor: “Buenas tardes, necesito esa cosa que se coloca sobre la otra cosa más chica en una cerradura”. Como se puede advertir, recurre a la palabra cosa dos veces en la misma expresión.
En ocasiones, se modifica el género del sustantivo y se alude a un coso: “No encuentro el coso que se usa para limpiar los anteojos”.
Para el interlocutor, comprender qué desea aquel que incurre en el cosismo puede resultar complicado. Si una mujer pregunta “¿En qué cajón estará la cosa esa que siempre uso?”, es probable que el oyente no sepa qué es lo que está buscando.
Hay quienes amplían el significado de cosismo para incluir cualquier palabra que actúe como «comodín» en el habla cotidiana, es decir que se use con demasiada frecuencia y fuera de los límites de su significado. Algunos ejemplos muy comunes son los siguientes: caso, eso, algo, asunto, cuestión y hecho.
Es que el cosismo va más allá del «simple» uso excesivo de un vocablo, ya que también se define como la distorsión o alteración de sus propiedades, como ser el tipo de palabra al que pertenece. Por ejemplo, usar la palabra cosa como verbo en lugar de sustantivo (su verdadera función), tal como se puede apreciar en el siguiente ejemplo: «Es mañana que voy a… cosa… a lo del casamiento que te comenté», si en esta oración el emisor quisiera decir que al día siguiente «cantará».
Existen muchos consejos y técnicas para evitar el cosismo, que en general apuntan a hablar más lentamente y buscar las palabras más adecuadas antes de comenzar. Las prisas nunca traen buenos resultados en la comunicación, sino que la ensucian y, en el largo plazo, nos hacen perder tiempo porque debemos explicar nuestro mensaje al interlocutor. A pesar de ello, es muy común que nos tropecemos al hablar a causa de la impaciencia o el entusiasmo.
En el terreno de la filosofía, por otra parte, el cosismo es una doctrina que postula que la totalidad de los elementos existentes son entes concretos que pueden percibirse con los sentidos.
Es importante no confundir este concepto con el de cosificación, que se define como la reducción de una persona a una cosa, a un objeto, en particular cuando se la trata como una fuente de placer sexual y se pasan por alto su intelecto y sus emociones.