Dirección administrativa es la denominación de una etapa clave al desarrollar un proceso de carácter administrativo, sostienen los expertos en cuestiones focalizadas en la administración y gestión de empresas.
Esta expresión engloba a las tareas relacionadas al diseño de una estrategia que resulte favorable a nivel corporativo, que contribuyan a una acertada toma de decisiones y que garanticen el cumplimiento de objetivos delineados en un principio. En esta instancia se ejecutan lineamientos pensados al momento de la planificación y de la organización de un proyecto que involucra a muchos seres humanos. Un paso más adelante está el llamado control administrativo, donde la prioridad está puesta en evaluar rendimientos para establecer si se han satisfecho o no las expectativas iniciales y qué resultados se consiguieron.
Características de la dirección administrativa
Las características de la dirección administrativa hacen que este margen de la gestión se asiente sobre bases informativas y maniobras en pos del éxito y de la mejor calidad posible en los productos o servicios brindados.
Quienes se desempeñan dentro de esta área deben evidenciar capacidad gestora y asumir la responsabilidad de poder funcionar como cabeza de equipo y de estar a la altura de un puesto o rol de autoridad. Tener una visión estratégica y el don del liderazgo son otros aspectos valiosos a la hora de ocuparse de la dirección administrativa.
Teniendo en claro la necesidad de adoptar las medidas correctas para el avance de una corporación o de un organismo, es vital la instancia de evaluar múltiples alternativas rentables o viables, saber reconocer imprevistos o amenazas y anticiparse a ellos y de identificar y aprovechar nichos de mercado u oportunidades que vayan presentándose. Por último, además de realizar bien estas labores hay que saber cómo retroalimentar y alcanzar fluidez en la comunicación interna, así como también en la comunicación externa: una transmisión insuficiente o imprecisa de cierta información opaca a la gestión.
Modelos de gestión
Identificar modelos de gestión aporta mayor información acerca de los campos de aplicación, los alcances y los tipos de dirección administrativa que existen.
En primer lugar, conviene saber que aparecen tanto en el sector privado como en el ámbito público o estatal.
Se puede desplegar, por ejemplo, una dirección administrativa de perfil democrático priorizando las consultas y los aportes grupales para propiciar que todos tengan iguales oportunidades al participar.
Más arriesgada es la idea de la dirección administrativa modelo Laissez-faire ya que, al ser limitada o escasa la intervención de la estructura jerárquica en los empleados, se deposita la confianza corporativa en la iniciativa, las decisiones y el nivel de autonomía de los subordinados.
Al observar las variedades de direcciones administrativas adquieren protagonismo, asimismo, el estilo autocrático (con formas dictatoriales y ambiente laboral rígido) y la modalidad paternalista (donde quienes ostentan cargos jerárquicos se muestran flexibles respecto al personal pero ubicándose siempre desde un plano de mando y poder). Asimismo, resulta interesante mencionar que hay una dirección administrativa académica que corresponde a instituciones educativas como lo son, entre otras, las universidades.
Tareas desarrolladas desde la dirección administrativa
Las tareas desarrolladas desde la dirección administrativa apuntan a una gestión eficaz para que en una sociedad o empresa haya coordinación entre los diferentes sectores que la integran, que en conjunto la compañía sea una estructura sólida capaz de funcionar bien y que las disposiciones que se establezcan ayuden al progreso corporativo.
En la toma de decisiones, desde la dirección administrativa hay que desenvolverse con inteligencia y sabiduría para visualizar a tiempo un cierto obstáculo o panorama, evaluar cada opción que permita sortear con éxito esa traba y establecer cómo actuar en consecuencia.
También es necesario disponer de recursos útiles para que el plan corporativo se lleve adelante tal como se desea. Para ello hay que invertir y apostar por la capacitación del personal (al cual hay que proporcionarle continuamente motivación y comodidades para lograr que cada empleado esté dispuesto a dar lo mejor de sí), la renovación de equipamiento y saberes y el reclutamiento de gente idónea que nutra a la compañía. Si en la dirección administrativa, más allá de atenderse simultáneamente múltiples cuestiones relevantes para el bien común de la entidad, se respira un buen nivel de inteligencia emocional, es factible que se alcance un clima laboral agradable en toda la empresa y se saque el máximo provecho del trabajo en equipo.
En la actualidad crece la tendencia de instaurar y expandir una estructura organizativa que se caracterice por la cooperación y la participación grupal sin que se impongan roles jerárquicos. Se trabaja en favor de una comunicación en tiempo real entre todos los sectores, departamentos o unidades involucrados amparándose en la postura de no seguir alentando una disposición directiva de poder o autoridad concentrados en unos pocos. En este marco, la visión moderna alienta el hecho de involucrar a los empleados para empujarlos o motivarlos a tomar la iniciativa y a darles espacio para que dejen al descubierto toda su creatividad privilegiando la innovación en tecnología y en organización corporativa.