Discriminación de género es una expresión que identifica a una de las tantas modalidades de discriminación que, lamentablemente, se padecen (y deben combatirse) a nivel mundial.
Cabe recordar que, de acuerdo a su interpretación desde la teoría, discriminar es una acción vinculada a la segregación, el apartamiento y la exclusión de algo o alguien. Desde una perspectiva sociocultural, género es un concepto que divide a los seres de acuerdo a los caracteres que tienen en común.
Cuando la discriminación está motorizada por cuestiones vinculadas al sexo adquieren visibilidad las nociones de sexismo, discriminación de género y discriminación sexual.
Este fenómeno que atenta contra los derechos humanos y se traduce en violencia y desigualdad ocurre en múltiples ámbitos y tiene como víctimas a personas de distintas edades. Se han denunciado y detectado casos de discriminación de género en el marco del sistema educativo, dentro de la esfera laboral, en el terreno de la salud, en el campo de la política, en el plano deportivo y en la vida cotidiana.
Como esta problemática posee diferentes causas, manifestaciones y consecuencias es importante asesorarse, llevar a cabo campañas de concienciación y trabajar constantemente desde lo individual y lo colectivo para prevenirla, frenarla y así poder evolucionar hacia una sociedad más justa, armoniosa, respetuosa, libre y equitativa.
Qué implica y genera la discriminación de género
Para poder dimensionar la gravedad que tienen los episodios de discriminación de género es necesario saber qué implican y generan esa clase de actos.
El rechazo hacia la identidad de género y los prejuicios motorizan esta clase de hechos de exclusión y desigualdad. Segregar, humillar, ofender, estigmatizar o condicionar el trato en función de la percepción que cada ser tiene de sí mismo en materia de género o de su orientación sexual es inaceptable.
Por eso es esencial inculcar valores desde la infancia, fomentar la tolerancia, cultivar la empatía y promover, en todo momento y lugar, el respeto hacia el prójimo independientemente de su estilo de vida, sus creencias, su género, edad, nacionalidad, sus elecciones íntimas, etc.
Para instaurar un modelo igualitario en todos los planos se requiere derribar estereotipos de género y vencer las limitaciones y obstáculos asociados a los roles de género. También resulta imprescindible el activismo de género en pos de la protección y el impulso de los derechos de la mujer, que exista y se aplique la paridad de género y que en cada país haya una política de género sólida en condiciones de poder traducirse en mayor seguridad, equidad y dignidad.
Mujeres y miembros de la comunidad LGBTIQ+, por ejemplo, se exponen a diario a injusticias, corren riesgos y hasta terminan perdiendo la vida debido a, en gran medida, la misoginia y el machismo.
Consecuencias psicológicas y sociales
La discriminación de género impacta de distinta manera en cada víctima pero siempre deja consecuencias tanto psicológicas como sociales.
Cuando hay desigualdad de género y un accionar de funcionarios, educadores, médicos o jueces sin perspectiva de género, según indican los especialistas en salud mental, se multiplican dentro de la población femenina los casos de depresión, ansiedad y autoestima baja.
Pertenecer al género femenino y crecer con presiones estéticas vinculadas a la belleza y estándares de género, exponerse desde edad temprana a micromachismos y cargar con responsabilidades o mandatos sociales simplemente por integrar el grupo de las mujeres les impide a muchas de ellas desplegar todo su potencial, tener aspiraciones profesionales, estar saludables y sentirse completamente libres. Los trastornos de alimentación, el estrés, la desmotivación y una sensación constante de frustración o miedo terminan afectando, en este contexto, a un gran número de mujeres de diversas edades que, por distintas razones, se vuelven víctimas del patriarcado.
Expresiones de la discriminación de género
La discriminación de género, problemática visibilizada, denunciada y combatida por múltiples organismos y movimientos que trascienden las fronteras, posee varias expresiones o manifestaciones.
De ella se desprenden, entre otras cuestiones, la brecha de género, los desequilibrios en materia de oportunidades y la desigualdad salarial.
También el fenómeno conocido como techo de cristal está asociado a este tipo de discriminación porque supone la presencia de barreras y restricciones para que alguien no consiga progresar profesionalmente y conseguir ascensos laborales.
Aunque cada evidencia de discriminación tendría que generar rechazo y sancionarse como corresponda dentro de los márgenes de la ley, la transfobia y la violencia de género, las cuales pueden dar lugar a hostigamientos, abusos, episodios de acoso sexual o feminicidios, requieren un abordaje más urgente y profundo para ponerle fin a tanto accionar intimidante, peligroso y destructivo.
No hay que perder de vista nunca que detrás de los indicadores y las estadísticas de género siempre hay personas que sienten, sufren o soportan injusticias, violencia doméstica y otras realidades que pueden prevenirse con educación, ejemplos positivos, buenos valores, sensibilidad social, legislación inclusiva e igualitaria y un sistema judicial que esté a la altura de las circunstancias frente a hechos discriminatorios, agresivos o delictivos que siembran pánico, inseguridad y muerte.