El individuo que reside en una ermita recibe el nombre de ermitaño. Una ermita, por otra parte, es un santuario que suele ser pequeño y despoblado. Por extensión, se llama ermitaño a aquel que vive alejado de la sociedad.
Por ejemplo: “Cuando falleció su esposa, decidió mudarse al medio del campo y se volvió un ermitaño”, “Mi tío es un hombre ermitaño que vive en la montaña rodeado de animales”, “¡No seas ermitaño y ven conmigo a la fiesta!”.
Un ermitaño, en definitiva, es quien elige vivir en soledad, eludiendo o limitando el contacto con otras personas. Los ermitaños tienen pocos vínculos sociales y son autosuficientes.
En el ámbito de la religión cristiana, los ermitaños son individuos que aspiran a optimizar su relación con Dios, para lo cual se alejan de lo urbano y optan por el silencio, la penitencia y el ascetismo. Este tipo de conductas y valores les permite, según su visión, acercarse a la divinidad.
A nivel histórico, los ermitaños o eremitas forjaron una tendencia o modo de vida a finales del siglo III. Estos religiosos se alejaron de las ciudades para instalarse en parajes aislados y solitarios en búsqueda de la perfección espiritual. San Onofre, San Jerónimo y San Millán fueron algunos ermitaños reconocidos.
El budismo, el hinduismo y el sufismo también contaron con ermitaños que optaron por renunciar a los placeres mundanos para entregarse a la contemplación y la meditación sin distracciones.
En el tarot, El Ermitaño es una carta que representa el autoconocimiento y la introspección. Su figura es un anciano que tiene un farol en una mano y un bastón en la otra.
El cangrejo ermitaño, por último, es un crustáceo que recurre a conchas de caracoles muertos para proteger su abdomen. Estos cangrejos y los caracoles, por lo tanto, están unidos por una relación de tanatocresia.
El nombre de la superfamilia a la que pertenece el cangrejo ermitaño es Paguroidea, y se trata de unos crustáceos decápodos, es decir que poseen diez patas. También se conocen como paguros y su abdomen es menos rígido que el de los demás tipos de cangrejos.
Cabe señalar que no muchos animales mantienen una relación de tanatocresis. En todo el mundo, hay aproximadamente quinientas especies de cangrejo ermitaño; la mayor parte de ellos son acuáticos, aunque también hay algunos terrestres. Con respecto a su anatomía, solamente la región frontal se encuentra protegida por un exoesqueleto, y por eso se ve obligado a buscar refugio en conchas ajenas.
Para que el cangrejo ermitaño pueda llevar a cabo la ocupación de una concha sin problema, su abdomen presenta un grado de rotación ideal. Asimismo, sus pinzas y patas están preparadas para impedir la entrada de otros organismos. A lo largo del proceso de crecimiento del cangrejo, necesita cambiar de concha en más de una ocasión.
El cambio de casa del cangrejo ermitaño es digno de admiración. En primer lugar, comienza inspeccionando de manera detenida las conchas vacías que encuentra, usando sus pinzas; recién cuando halla una que considera adecuada para sus necesidades, abandona la actual y se pasa a la nueva tan pronto como sea posible, ya que cada segundo que permanezca desprotegido pone en riesgo su vida.
Dado que para el cangrejo ermitaño encontrar una concha vacía para proteger su cuerpo es algo absolutamente necesario y no una cuestión de preferencias o gustos que pueda darse el lujo de evitar, no son raras las luchas entre dos que hayan puesto el ojo en la misma. Con respecto a su alimentación, este crustáceo es carroñero, aunque también suele incluir en su dieta plantas, crustáceos más pequeños, gusanos, mejillones y caracoles acuáticos.