El término firmamentum llegó al castellano como firmamento. Se trata de un concepto que alude a la bóveda celeste: la esfera aparente que se encuentra rodeando la superficie de nuestro planeta.
Firmamento, bóveda celeste e incluso cielo son nociones que pueden utilizarse como sinónimos en ciertos contextos. Por lo general, se habla de firmamento respecto al lugar donde aparentemente se encuentran las estrellas y el resto de los astros o cuerpos celestes.
El origen de la idea de firmamento se halla en la antigüedad, cuando se creía que las estrellas se encontraban fijas o firmes en la bóveda celeste. Claudio Ptolomeo (100-170), Nicolás Copérnico (1473-1543) y Johannes Kepler (1571-1630) son algunos de los científicos que desarrollaron sus teorías en base a esta creencia de estrellas firmes en el cielo.
El británico Edmund Halley (1656-1742) fue quien, en el siglo XVIII, demostró que las estrellas no se encontraban fijas en la esfera celeste. De todos modos, el concepto de firmamento continuó utilizándose hasta nuestros días.
Hoy en día suele usarse firmamento para aludir al espacio infinito en el cual se desplazan los distintos astros. Observado desde la Tierra, el firmamento parece semiesférico.
Es importante recordar que ni siquiera los muchos avances tecnológicos con los que contamos en la actualidad son suficientes para llegar a los rincones más recónditos el universo; por el contrario, los conocimientos sólidos acerca de la realidad fuera de nuestro planeta son escasos, ya que el resto es un conjunto de teorías que aún no han podido ser probadas.
De esta manera, si volvemos en el tiempo unos cuantos siglos, cuando el ser humano no contaba con un arsenal de herramientas y conceptos científicos como los que tiene hoy en día, es lógico que haya llegado a pensar que las estrellas estaban fijas en el firmamento. Salvando las diferencias, esta idea se ha plasmado más de una vez en historias de ficción, con la intención de generar un toque de humor al contarle al lector que uno de los personajes ve el cosmos de esta forma tan reducida.
Claudio Ptolomeo fue el autor de la teoría geocéntrica, según la cual nuestro planeta se encuentra en el centro mismo del universo y todos los astros giran a su alrededor, incluyendo el Sol. Se trata de una observación realizada casi dos milenios atrás, cuando se hablaba de la esfera de las estrellas fijas, una «cáscara» que representaba el borde del universo.
En aquel entonces se consideraba que las estrellas estaban fijas porque no parecían moverse con respecto a las demás cuando se las observaba de noche. La única excepción era el Sol, el cual sí se veía en movimiento a lo largo del día y cuando aparecían las primeras estrellas. Todo surgió cuando los estudiosos de la astronomía y la filosofía agruparon las luces celestes en dos: por un lado, ubicaron las que supuestamente salían y se ponían sin alterar su disposición con el paso del tiempo; en el otro grupo incluyeron a las que denominaban estrellas errantes.
En este último estaban los cinco planetas que pueden verse sin ayuda de un telescopio (Mercurio, Marte, Saturno, Venus y Júpiter) y también el Sol y la Luna. Resulta curioso que en el largo camino que llevó al ser humano desde la noción de firmamento a los conocimientos que tiene en la actualidad haya confundido en más de una ocasión los planetas con las estrellas y los satélites.
En el lenguaje coloquial, se conoce como firmamento al conjunto de celebridades (es decir, estrellas) de un cierto ámbito. Acceder al firmamento, en este sentido, supone llegar a la fama (al estrellato). Por ejemplo: “Con este nuevo título, el jugador ingresó definitivamente en el firmamento del deporte nacional”, “El firmamento de actores y actrices volvió a hacer gala de su solidaridad en la tradicional cena benéfica que se realiza todos los años”, “No me interesa ser parte del firmamento: canto porque me genera placer”.