En el griego es donde encontramos el origen etimológico del término que ahora nos ocupa. En concreto, es fruto de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua:
-El sustantivo «gaster», que puede traducirse como «estómago» o «vientre».
-El sufijo «-itis», que se usa para indicar «inflamación».
De ahí que literalmente podamos indicar que una gastritis es una inflamación del estómago.
Se denomina gastritis a la hinchazón del estómago (el sector más ancho del aparato digestivo, que se halla entre el intestino y el esófago). Específicamente, la gastritis supone la inflamación de la mucosa estomacal o gástrica, que es la capa que recubre las paredes interiores del estómago.
Las posibles causas de una gastritis son variadas. El trastorno puede producirse por una infección bacteriana, una alimentación desequilibrada, un problema de autoinmunidad o el estrés, por ejemplo.
No obstante, no podemos pasar por alto que existen otros elementos que también pueden provocar una gastritis. Nos estamos refiriendo a un consumo excesivo de alcohol, a la ingesta de fármacos como el naproxeno o el ibuprofeno, al consumo de cocaína, a la ingesta de alimentos muy picantes e incluso a una infección viral.
Una vez que se presenta en el organismo, la gastritis puede provocar dolores estomacales, acidez, náuseas y vómitos. La persona que sufre este inconveniente es habitual que se indigeste al comer o que pierda el apetito.
Heces de color negro, vómitos en los que se percibe sangre o incluso un aumento considerable de gases son otros de los síntomas que pueden sufrir quienes padecen gastritis.
El estudio conocido como gastroscopia, endoscopia gastrointestinal alta o esofagogastroduodenoscopia permite visualizar la gastritis, ya que la zona aparece enrojecida por la irritación o por pequeñas hemorragias. También se puede realizar una biopsia. Con el diagnóstico confirmado, el médico se encargará de indicar un tratamiento que puede incluir el suministro de fármacos y la prescripción de una dieta adecuada.
Por lo general, la gastritis comienza a mejorar con el inicio del tratamiento, aunque el panorama depende de la causa de origen. En muchos casos la gastritis ni siquiera produce síntomas y, por lo tanto, no afecta al individuo. De todos modos, hay ciertas complicaciones que pueden presentarse ante este trastorno, como un incremento del riesgo de padecer un cáncer gástrico o la pérdida de sangre.
Según sus características, se puede distinguir entre la gastritis crónica y la gastritis aguda. De acuerdo a la evolución, en tanto, puede hablarse de gastritis atrófica o gastritis erosiva.
La gastritis atrófica, que suele producirse por la bacteria Helicobacter pylori, podemos establecer que tiene lugar cuando lo que es la capa protectora del estómago se ve muy dañada y se corre riesgo de sufrir un cáncer de estómago. Por su parte, la gastritis erosiva es la que tiene lugar cuando hay una ulceración en la mucosa del estómago.
Para poder prevenir el sufrir una gastritis se hace necesario llevar a cabo medidas tales como no consumir demasiado alcohol, evitar la ingesta prolongada durante un periodo de los fármacos que ya hemos mencionado o llevar a cabo una alimentación sana, completa y equilibrada.