El vocablo latino gutta llegó a nuestra lengua como gota. Así se denomina a una porción muy pequeña de un líquido, que tiene apariencia similar a una esfera. Por ejemplo: «Me ensucié la camisa con algunas gotas de aceite», «Las gotas de sudor resbalaban por la frente del atleta a poco de iniciada la maratón», «El ruido de las gotas de lluvia cayendo sobre el tejado despertó al anciano».
Por lo general se considera que la lluvia cae en gotas (es decir, no hay un chorro continuado de agua desprendiéndose de las nubes). Las gotas también se generan cuando algo salpica: si una persona arroja un trozo de carne a una olla con agua hirviendo, es probable que algunas gotas salgan despedidas.
En el ámbito de la enfermería y la medicina, la gota se considera como una unidad de medida. Habitualmente se estima que 20 gotas equivalen a 1 mililitro. De este modo, los médicos puedan dosificar remedios en gotas.
Gota también es el nombre de una enfermedad que se genera cuando cristales de ácido úrico se acumulan en las articulaciones de las extremidades. Dicha acumulación provoca una inflamación que causa un dolor agudo.
Si los niveles de ácido úrico que se registran en la sangre crecen, ya sea por un incremento de su producción o por un defecto en su eliminación, aparece la hiperuricemia. El exceso de cristales de ácido úrico, en este marco, se deposita en las articulaciones, afectando la movilidad.
Las personas con más probabilidades de padecer gota son las que reúnen uno o más de los siguientes factores de riesgo:
* una dieta que se base en grandes proporciones de carne vacuna, mariscos y azúcar de fruta (la denominada fructosa, que se usa para endulzar bebidas. La razón es que todo esto colabora con el incremento de los niveles de ácido úrico. La situación se vuelve aún peor si se suman las bebidas alcohólicas, en particular la cerveza;
* el sobrepeso, ya que provoca una especial dificultad para que los riñones funcionen de manera adecuada en la eliminación del ácido úrico;
* padecer afecciones y enfermedades como el síndrome metabólico, la diabetes, la presión arterial alta (a menos que se trate), las enfermedades cardíacas y las renales;
* consumir determinados medicamentos, como ser la aspirina (incluso en pequeñas dosis), los diuréticos tiacídicos (que por lo general se usan en tratamientos para la hipertensión) y los que se administran para combatir el rechazo a los órganos recién trasplantados;
* antecedentes en la familia de esta enfermedad. Este factor de riesgo no es determinantes pero sí debe tenerse en cuenta para prevenir o rastrear las causas de la gota;
* el sexo, ya que las estadísticas indican que los hombres tienen una mayor predisposición a esta enfermedad que las mujeres, porque su nivel de ácido úrico suele ser más alto. Con respecto a la edad, los hombres son más propensos entre los treinta y los cincuenta años, pero las mujeres corren un riesgo mayor una vez que alcanzan la menopausia;
* haber superado una cirugía o un traumatismo también puede suponer un factor de riesgo de gota.
Padecer gota puede derivar en ciertas complicaciones. Se habla de gota recurrente, por ejemplo, cuando el paciente la sufre más de una vez al año. Esto puede provocar la erosión de las articulaciones al punto de destruirlas. La gota avanzada aparece cuando no se trata un caso de gota común, y se forman nódulos debajo de la piel. Por último están los cálculos renales, causados por la acumulación de cristales de uratos en las vías urinarias.
Para la arquitectura, por último, la gota es un tronco de cono o piramidal que se emplea a modo de adorno debajo de un triglifo. Estas gotas también ayudan a repeler el agua.