La noción de hebreo tiene varios usos reconocidos por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario. El término puede emplearse para aludir a un individuo que formó parte del pueblo semítico que consiguió conquistar la región de Palestina. En este marco, hebreo se emplea como sinónimo de judío o de israelita.
También se llama hebreo o judío a quien, de acuerdo a la RAE, profesa la llamada ley de Moisés. Los hebreos, por lo tanto, practican el judaísmo, la religión monoteísta de mayor antigüedad.
Las prácticas de los hebreos están basadas en las enseñanzas que se toman de la Torá, uno de los libros que forma parte del Tanaj. También es muy importante el Talmud, la obra que recopila las discusiones de los rabinos sobre las narraciones, las costumbres y las tradiciones del judaísmo.
El hebreo, por otra parte, es una lengua semítica que se calcula que escriben, leen y hablan más de seis millones de personas. La mayoría de ellas residen en Israel, donde el hebreo es uno de los idiomas oficiales, aunque también recurren al hebreo las comunidades judías que viven en otros países.
El judaísmo tiene el hebreo como la lengua de oración y litúrgica. Su tradición incluso indica que Dios transmitió su mensaje al ser humano en este mismo idioma.
Entre los principales escritores en hebreo contemporáneos se destacan David Grossman (ganador del Premio Man Booker Internacional, el Premio Israel y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán, entre otros reconocimientos) y Amos Oz (distinguido con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, el Premio Goethe, el Premio Israel, el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán y otros galardones).
Con respecto al alfabeto hebreo, es correcto afirmar que pertenece al conjunto fenicio, del mismo modo que el siriaco y el árabe. Su desarrollo tuvo lugar en el siglo III a.C., y desde aquel entonces no ha atravesado muchos cambios. A grandes rasgos, podemos decir que se compone de veintidós letras, la cantidad más pequeña de todos los alfabetos utilizados en el Mediterráneo. Así como el siriaco y el árabe, la escritura en hebreo se realiza hacia la izquierda.
En la lengua hebrea podemos distinguir dos sistemas gráficos: la cursiva y el cuadrado. La primera se usa en la escritura a mano, aunque también aparece en diversos anuncios, letreros y carteles en la vía pública o en revistas. El segundo tiene formas más angulares, y de ahí deriva su nombre. Si bien ambas se originaron de la misma raíz, no alcanza estudiar la cuadrada para entender la cursiva.
En la actualidad, la pronunciación del hebreo se parece bastante a la fonética del yídish, una variante del alemán que las comunidades asquenazíes usan desde el siglo XV en el oriente de Europa. Por esta razón, las letras de su alfabeto tienen sonidos más aproximados a los del alemán que a los fonemas hebreos que les dieron origen; esto no es así en el caso de los judíos de cultura árabe, los llamados mizrajíes. Curiosamente, aunque la Academia Hebrea mantenga la pronunciación oriental como la más correcta, es la menos usada hoy en día.
Es importante señalar la antigüedad del idioma hebreo, ya que su difusión comenzó hace más de dos mil años. En un principio lo usaba el pueblo israelita que habitaba Palestina y las comunidades judías lo propagaron a lo largo de los siglos por gran parte del Mediterráneo. Pocas lenguas han mantenido casi intactas sus estructuras y alfabetos a lo largo de su historia. En el caso particular del hebreo, dada la importancia de los textos sagrados, que se encuentran también en arameo, es realmente imprescindible aprenderlo para poder leerlos y copiarlos.