El término heno procede del vocablo latino fenum. El concepto alude a una planta que forma parte del grupo de las gramíneas, caracterizada por sus cañas delgadas y sus hojas angostas.
Al estar incluido en el conjunto de las gramíneas, el heno también es una planta angiosperma monocotiledónea. Esto quiere decir que sus carpelos forman un ovario que contiene los óvulos y que su embrión tiene un único cotiledón (primera hoja). Además, como angiosperma, es una especie fanerógama debido a que sus órganos reproductivos son visibles como flores.
En un sentido más amplio, se llama heno a la hierba seca que se emplea para alimentar al ganado. Puede tratarse de una mezcla de distintas especies, como trigo, cebada, avena y ballico.
De acuerdo al material de las hojas, el heno puede tener mayor o menor calidad. En determinadas zonas, por las características climáticas, es frecuente que el valor nutricional del heno sea reducido.
Por lo general el heno se recolecta con maquinaria y luego se lo procesa para su almacenamiento en pilas o fardos. Puede destinarse a la alimentación de vacas, ovejas, caballos y cabras, y en ciertos casos también de cerdos (aunque este animal tiene dificultades para digerirlo).
Habitualmente el heno se utiliza cuando la hierba fresca es escasa o presenta características que impiden su digestión. En dichos casos es común que se recurra a la elaboración de heno para alimentar al ganado.
Cabe destacar que, en algunas regiones, el heno se almacena en almiares: montículos al aire libre que se desarrollan alrededor de un palo dispuesto de manera vertical.
El proceso de segar y empacar el heno forma una parte muy importante del día a día de los agricultores y los granjeros que deben alimentar a sus animales. Como se menciona anteriormente, en la actualidad es muy común el uso de maquinaria y por eso es necesario revisarla aproximadamente un mes antes de comenzar con la henificación para evitar demoras a causa de averías, por ejemplo.
Si en el henar encontramos tréboles o alfalfa, entre otras legumbres, puede volverse necesario adelantar la cosecha, por lo general al momento en el cual se encuentren a no más de un 20 por ciento de su floración completa. Las hojas se deben cortar cuando se hayan desarrollado por completo porque si nos apresuramos obtendremos una cosecha menor y si esperamos demasiado, disminuye su contenido nutricional.
Es muy importante esperar a que hayan pasado al menos tres días de tiempo seco antes de cortar el heno, para que se pueda curar y empacar de manera adecuada. Por lo general, contamos con dos semanas para cortar el heno sin correr el riesgo de que pierda sus propiedades.
Para cortar el heno se recomienda usar una segadora cuya barra tenga forma de hoz, una de discos rotativos o acondicionadora. La extensión del terreno suele ser el factor determinante del equipo más adecuado para la tarea, por lo cual es necesaria la observación y el conocimiento del suelo. Cuando completamos este paso, debemos rotar el heno al menos una vez durante los tres días siguientes, aunque no debemos exagerar en el número de giros para evitar que se desprendan demasiados trozos de pasto y semillas.
El objetivo de dar vuelta el heno es que se seque antes de almacenarlo. Es precisamente este aspecto el que debemos tener en cuenta durante los tres días que suele dejarse al sol para tomar la decisión de rotarlo. Para medir su contenido interno de humedad es necesario examinarlo frecuentemente. Antes de empacarlo debe alcanzar un estado en el que se note crujiente pero que no se desmenuce con mucha facilidad.