La hipoacusia alude a un daño en la capacidad de audición de una persona. El concepto no forma parte de los términos incluidos dentro del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Esto no impide, sin embargo, que la noción tenga un uso extendido.
El grado de hipoacusia se define de acuerdo a la capacidad del sujeto de escuchar sonidos de diferente intensidad. Su umbral auditivo, por lo tanto, se determina según el estímulo menos intenso que el individuo es capaz de captar.
Clasificación de la hipoacusia
La hipoacusia o sordera puede clasificarse de forma cuantitativa (de acuerdo a cuánto se ha perdido de la capacidad de audición), locutiva (vinculada al lenguaje), etiológica (según las condiciones etiológicas, es decir causas medioambientales o genéticas) o topográfica (determinada por el sitio donde se halla la lesión causante de la pérdida de audición).
La clasificación más habitual es la cuantitativa, que permite indicar si una persona sufre de hipoacusia leve, moderada, grave o profunda, según las frecuencias que no logra escuchar.
Sus causas
Las causas de la hipoacusia pueden ser muchas y se dividen en dos categorías bien diferenciadas:
La primera categoría es la que corresponde a la hipoacusia conductiva, cuya principal causa es una deficiencia mecánica en la zona del oído externo o el oído medio. Puede ocurrir que los huesos llamados osículos no conduzcan bien el sonido, el tímpano no vibre con la suficiente intensidad, o por la presencia de líquido en el oído medio.
La segunda, es la hipoacusia neurosensorial, un trastorno en el oído interno provocado porque las células encargadas de transmitir el sonido a lo largo del oído se encuentran lesionadas, no funcionan con regularidad o han muerto.
A diferencia de la hipoacusia conductiva, la neurosensorial no es reversible; aquellas personas que padecen ambos tipos, se dice que tienen una hipoacusia mixta.
Otras clases de hipoacusia
A su vez dentro de estas dos categorías pueden incluirse otros nombres:
Se le llama hipoacusia congénita a aquella que es provocada por anomalías que se transmiten de forma genética. En algunos casos se debe a genes nocivos que provocan malformaciones en las estructuras del oído, a síndromes genéticos (cabe señalar que se conocen más de 400) o a infecciones que se transmiten al bebé cuando se encuentra en el útero materno (entre ellas se encuentra la toxoplasmosis,sarampión o escarlatina).
La presbiacusia, por su parte, es un tipo de sordera relacionada con la edad que se caracteriza por la pérdida progresiva de la audición. Se genera por un deterioro del sistema auditivo, a causa de la edad y suele mostrar síntomas como zumbido molesto que aparece cada vez con mayor frecuencia.
Se llama cofosis a la hipoacusia total. Se le dice cofosis unilateral cuando la afección es un sólo oído y bilateral cuando ambos oídos se encuentran afectados por la sordera.
Es común que suceda que los niños que manifiestan cualquiera de estos tipos hayan padecido previamente una infección auditiva que no fue debidamente tratada; en otros casos, la causa puede ser acumulación de cera u objetos extraños en el conducto externo del oído o una lesión o cicatriz en el tímpano, como consecuencia de infecciones reincidentes.
El diagnóstico
Es imprescindible que ante cualquier pérdida auditiva o problemas similares se consulte con un profesional, el cual deberá observar el historial médico del paciente y realizar las pruebas pertinentes a fin de elaborar un diagnóstico sobre dicho problema.
Los exámenes que se realizan para dicho efecto reciben el nombre de: audiometría (donde se realizan una serie de pruebas para corroborar qué tipo de hipoacusia existe y cuál es su magnitud), tomografía computarizada (si se cree que puede haber un tumor o fractura en la cabeza), timpanometría (prueba que permite evaluar qué tipo de movilidad tiene la membrana del tímpano) y resonancia magnética (estudio que permite descartar cualquier causa física presente en el oído o el cerebro).
Además, otras evaluaciones permiten desarrollar el diagnóstico de la hipoacusia. El test de Schwabach (que realiza una comparación entre la estructura ósea del paciente y quien examina), el test de Weber (con un diapasón, estudia los dos oídos de manera simultánea), el test de Rinne (analiza cómo se perciben los sonidos en un oído), el test de Gellé (que detecta la otosclerosis) y la audiometría tonal supraliminar son algunos de ellos.
Tratamiento de la hipoacusia
En lo que respecta al tratamiento de la hipoacusia, en algunos casos existen soluciones quirúrgicas, para mejorar la capacidad auditiva del paciente (en caso de malformación o cualquier problema semejante); mientras que en otras situaciones, no hay cura posible para el déficit, tal es el caso de la hipoacusia neurosensorial donde la única forma de combatirla es a través de un dispositivo que realice la labor del oído, el audífono.
En el caso de las personas que son absolutamente sordas, se realizan implantes cocleares, los cuales consisten en transductores que convierten las señales auditivas en señales eléctricas que logran estimular el nervio de la audición; dichas señales son procesadas por el dispositivo para permitir la comprensión de los sonidos por parte del paciente.
Para terminar, podemos agregar que lo mejor para prevenir problemas auditivos en los niños es limpiarles adecuadamente los conductos del oído, para ello es necesario utilizar jeringuillas especiales para dicha labor y agua tibia (los hisopos o bastoncillos son muy nocivos pues pueden desprenderse pedacitos de algodón que van a acumularse en el conducto). Es fundamental, a su vez, que se realicen las pruebas con la mayor prontitud posible a fin de que el problema auditivo no afecte al niño en su aprendizaje.