El concepto de ingrediente proviene del vocablo latino ingrediens, a su vez derivado de ingrĕdi (que puede traducirse como “entrar en”). El término alude a aquello que forma parte de una receta gastronómica, un remedio u otra preparación.
Por ejemplo: “El pastel lleva solo cuatro ingredientes: chocolate, leche, huevo y harina”, “Estas pastillas tienen varios ingredientes que ayudan a minimizar la inflamación de las mucosas”, “Tal vez algún ingrediente del refresco me causó una reacción alérgica”.
A nivel general puede decirse que los ingredientes son sustancias que se utilizan para realizar una mezcla. Es habitual, aunque depende de cada caso, que el ingrediente deba emplearse en cantidades o dosis exactas para que el resultado de la combinación sea el deseado.
Los ingredientes básicos para preparar la masa de la pizza, por citar un caso, son harina, agua, levadura y aceite, sin dejar de lado la sal. Aunque las proporciones varían de acuerdo al grosor que se desee, puede decirse que para hacer tres pizzas se requieren dichos ingredientes en las siguientes cantidades: un kilogramo de harina, 600 centímetros cúbicos de agua, 50 mililitros de aceite y 45 gramos de levadura fresca.
La idea de ingrediente también puede aludir a los componentes de una ensalada o de una picada: “Voy a ordenar una ensalada de tres ingredientes: tomate, huevo duro y cebolla”, “Ya compré queso, jamón, salame, maníes y papas fritas… ¿qué otro ingrediente falta para la picada de esta noche?”.
La cocina es un espacio abierto a la creatividad, a la vez que regido por una fuerte estructura de tradiciones y reglas. Es una combinación peculiar de rigidez y flexibilidad que -como cualquier otro campo del conocimiento, en especial los artísticos- evoluciona gracias a la genialidad de esos pocos que se atreven a ir en contra de las imposiciones. La lista de ingredientes de una receta pueden parecer puntos inamovibles para muchos, pero las personas con verdadero talento culinario no se dejan limitar por ella.
Si estamos por preparar un plato y notamos que nos falta algún ingrediente, salvo que sea absolutamente necesario (como sería la harina para hacer una pizza) siempre existe alguna alternativa, la haya descubierto otra persona o no. La cocina es como la pintura, como la música o la escritura: si no tenemos la presión de reproducir una receta de manera indefinida, como sí sucede en los restaurantes, entonces deberíamos dejarnos llevar por la creatividad y la espontaneidad del momento. A veces, la falta de un ingrediente puede dar lugar a una nueva receta genial.
La noción, por último, se usa de manera simbólica para nombrar a los elementos que aparecen en una obra artística: “Esta película tiene todos los ingredientes necesarios para ser un éxito”, “Los ingredientes humorísticos ayudan a minimizar el componente dramático de la novela”.
En este marco, los ingredientes de una obra son todos sus componentes, al menos los que puedan ser percibidos por el público. Esto incluye a los actores, el guion, la dirección, la iluminación, la música y el vestuario, entre otros aspectos tales como las regiones geográficas escogidas para su filmación (en el caso de una película) y la participación especial de ciertas personalidades (lo que en en la actualidad se conoce con el nombre de «cameo»).
Cuando destacamos una obra por sus ingredientes hacemos referencia no sólo a la calidad de las partes sino al modo en el que han sido combinadas. Por otra parte, también es posible decir «esta película tenía todos los ingredientes para ser perfecta pero ciertas decisiones la han echado a perder»; a veces ocurre que por detalles en el guion o la dirección, por ejemplo, una fórmula aparentemente perfecta no consiga brillar.
