La inteligencia musical se complementa con la inteligencia lingüística al realizar arreglos musicales o canciones, así como con la inteligencia corporal al bailar siguiendo un ritmo.
La inteligencia musical es, de acuerdo a la teoría de las inteligencias múltiples que supo impulsar hace décadas un profesor universitario, investigador y psicólogo llamado Howard Gardner, una de las tantas capacidades que desarrolla la humanidad en su conjunto.
En este caso, refiere a la habilidad para hacer de un ritmo, una melodía o una forma musical una vía de expresión, pudiendo percibir, sentir y entender a la música. Es positivo, para desplegar al máximo la inteligencia musical, tener buen oído, es decir, una óptima percepción a nivel auditivo y una influencia cultural que encamine saberes y preferencias.
No se puede negar que la música es un arte muy antiguo en constante evolución y transformación que ha logrado un lenguaje único. Este género con propósitos estéticos trasciende fronteras, generaciones y épocas alimentando una gigantesca industria de veta comercial pero enriqueciendo al mismo tiempo la cultura y contribuyendo a la expresión y a la salud de los seres humanos. Gracias a la inteligencia musical de multitudes se ha gestado desde música clásica hasta música electrónica, teniendo en ambos casos públicos incondicionales. El abanico es amplio y variado: por eso hay blues, jazz, rock, hip-hop, reggae, música étnica, ópera, etc a disposición de todos aquellos que deseen descubrirlos, apreciarlos, compararlos y enriquecerlos con aportes personales.
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ResumenClaves de la inteligencia musical
Las claves de la inteligencia musical conjugan una predisposición innata para la apreciación musical con herramientas para encaminar el don artístico desde la enseñanza teórica y la experimentación práctica.
Desde edad temprana puede manifestarse y moldearse la inteligencia musical, pudiéndosela fortalecer a lo largo de cada etapa de la existencia desde el rol de oyentes de canciones de numerosos estilos, tomando clases de baile, canto o de instrumentos musicales y aprendiendo algún idioma a fin de ampliar las chances de comprender temas extranjeros. De igual modo, reproducir canciones, oír radio y asistir a recitales o acontecimientos similares ayuda a educar y reforzar la sensibilidad musical.
Un nivel elevado de inteligencia musical está conectado con la destreza para distinguir múltiples sonidos y detectar sonidos desafinados y con el interés y la facilidad para ejecutar diferentes instrumentos musicales. La persona que goza de una gran inteligencia musical, asimismo, puede llegar a evidenciar talento para la composición musical o asombrar a través de su memoria musical.
Asimismo, la agudeza creativa propia de este campo se plasma en la pericia frente a la producción musical y la agilidad respecto a la elaboración de una pieza musical, comprendiendo rápidamente la notación musical y entendiendo sin inconvenientes las figuras y los signos presentes en un pentagrama.
Cantar contribuye a ejercitar la memoria, baja el nivel de estrés y beneficia la capacidad pulmonar, por enumerar algunas de sus ventajas.
Aprendizaje y desarrollo de habilidades musicales
El aprendizaje y el desarrollo de habilidades musicales son importantes para que la inteligencia musical alcance su pico máximo y haga lucir, por ejemplo, a compositores, intérpretes, cantautores e integrantes de orquestas, bandas musicales o de coros que dominan diversos instrumentos o cantan.
De acuerdo a los intereses, aspiraciones y posibilidades de cada uno pueden implementarse acciones y elegirse actividades para cultivar la pasión por la música desde distintas aristas. Si la intención es formarse de manera integral y ser un artista profesional bien preparado, no alcanzará con cuestiones teóricas vinculadas a la historia de la música o asombrar únicamente con una excelente técnica vocal.
Entre las tácticas a considerar al momento de mejorar y propiciar la inteligencia musical aparecen el entrenamiento auditivo, la improvisación, el aprendizaje de uno o más instrumentos, cantar, participar en coros o en ensambles musicales y entrar en contacto con la mayor cantidad posible de estilos musicales.
Ya con una base de respaldo es más sencillo reconocer aptitudes propias y seleccionar modos y espacios que favorezcan la seguridad y la comodidad personal. Así, entonces, mientras unos disfrutan escuchando o generando música popular, otros concentran sus energías en el mundo de la música romántica.
Brillar frente a una batería es un mérito que no necesariamente muchos logran, pero hacer magia con una guitarra o valiéndose de un piano tampoco es una virtud inherente a la especie humana: hay que tener un don para ello y formarse para obtener excelentes resultados. Todo hay que aprenderlo, entrenarlo y mantenerlo si se quiere cultivar y hacer valer la inteligencia a nivel musical.
El violín es un instrumento de cuerda que se luce en orquestas.
Aplicación de la inteligencia musical
La aplicación de la inteligencia musical trasciende a la industria discográfica. Tampoco se limita a la pedagogía musical propia de los entornos académicos para motivar y educar estudiantes. Por supuesto, la inteligencia musical es esencial para dar cátedra y/o comprender sobre tesitura, solfeo y otras cuestiones enlazadas a la música, aunque no se circunscribe a dos o tres terrenos de aplicación.
La inteligencia musical es aliada, y rasgo esencial, para la musicoterapia o terapia musical que apunta a beneficiar a alguien desde la expresión musical. En este marco se alientan la escucha, el movimiento y el canto en pos de levantar el ánimo y fortalecer la salud tanto física como mental.
Dedicarse a la crítica musical consiguiendo objetividad y fundamentos para opinar y juzgar también exige inteligencia musical, tal como le sucede a aquellos que eligen realizar actividades vinculadas al rubro de ingeniería de sonido.
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