Se llama loza a un material que se emplea generalmente para la fabricación de la vajilla. Se trata de barro cocido que se barniza para otorgarle un mejor acabado y mayor resistencia.
La loza, por lo tanto, se genera a partir de la cocción del barro a una temperatura de entre 1.000 °C y 1300 °C con posterior aplicación de barniz o esmalte. El resultado es una pasta de color blanco que resulta porosa, fina y absorbente.
En términos más técnicos y desde el siglo XXI, la loza se puede definir como un material poroso que se cuece a baja temperatura y al que se le aplica una película que le da un aspecto cristalino (proceso que, en el ámbito de la alfarería, se conoce como vidriado).
El filólogo y etimólogo español Joan Coromines i Vigneaux, conocido simplemente como Joan Corominas, señaló que hasta 1495 la palabra «loza» se usaba para referirse a vasijas fabricadas en cualquier material. Por otro lado, el humanista Elio Antonio de Nebrija solamente la asociaba con el barro cocido.
Como cualquier otro material de origen cerámico, la loza se elabora partiendo de los siguientes materiales:
* barro arcilloso: también se llama silicato de alúmina y cumple la función de aglutinante plástico;
* sílice cristalina: es un desgrasante que le da a la pasta el nivel de plasticidad buscado. También se conoce como arena cuarzosa;
* elementos fundentes: gracias a su acción es posible que se forme un cemento vítreo durante la cocción para favorecer la cohesión de los minerales. El más importante de estos elementos es el feldespato.
En resumen, la pasta que se usa para la fabricación de la loza se compone de diversas arcillas blancas que se mezclan con tierras silíceas calcinadas. Dependiendo del tipo de arcilla, el color resultante se aproximará al rojo, amarillo, negro o pardo.
Para impermeabilizar la loza se utiliza un barniz fluido en cuyo contenido hay minio, sílice, galena y blanco de plomo molido en agua previamente a ser cocido.
Por extensión, se llama loza al conjunto de las piezas que componen el ajuar hogareño: tazas, vasijas, platos, cuencos, etc. Existen diferentes clases de loza según las técnicas aplicadas para el desarrollo del producto.
La loza blanca (monocromática) es la tradicional. La loza esmaltada o loza fina, en tanto, presenta detalles de alta calidad.
La loza decorada, por otro lado, exhibe ornamentaciones que se llevan a cabo con dibujos esmaltados, mediante grabados o a través del bruñido. De esta manera se combina la utilidad del elemento con la belleza, ya que los objetos pueden emplearse como adornos.
Este tipo de loza es típico de España, y su llegada a la península tuvo lugar por medio de los artesanos cordobeses del califato. Cabe mencionar que pasó un largo tiempo hasta que finalmente se documentaron las técnicas y el uso de la loza en la segunda mitad del siglo XIII, luego de la conquista del territorio musulmán.
Es posible reconocer varias influencias de estilo en la loza decorada española: a lo largo de su historia adquirió características de la musulmana, de la italiana y de la francesa, entre otras.
Es importante tener en cuenta que, más allá de la popularidad siempre vigente de la loza, la vajilla actualmente puede incluir platos, fuentes y vasos elaborados con porcelana, vidrio, madera, plástico o metal, entre otros materiales.
Loza también es el nombre de dos concejos españoles. Uno se encuentra en la Comunidad Foral de Navarra, mientras que el otro se halla en la provincia de Álava.
Por último, no hay que confundir entre la loza (con Z) y la losa (con S): este segundo término hace referencia a una piedra plana que se usa en el terreno de la construcción.