Maní es un vocablo de origen taíno, una lengua arahuaca hablada por aborígenes que estaban asentados en la zona caribeña cuando los europeos arribaron al continente americano. También conocido como cacahuate o cacahuete, el maní es una planta apreciada sobre todo por sus semillas comestibles.
De nombre científico Arachis hypogaea, esta especie vegetal presenta un tallo rastrero, flores de tonalidad amarillenta y hojas lobuladas. Se trata de una hierba anual cuya siembra se realiza a fines de la primavera.
Un alimento valorado
El fruto del maní, dispuesto en vainas, cuenta con una cáscara con un espesor de entre 0,5 y 1 milímetro. Aunque se lo suele considerar como un fruto seco, en realidad se trata de una legumbre.
En su interior puede contener dos, tres o cuatro semillas con un elevado contenido de aceite. Dichas semillas se consumen fritas o tostadas, ya sea con o sin cáscara.
En muchos países el maní tostado o frito se come como aperitivo o snack. También es frecuente su preparación como garrapiñada, cubierto de almíbar. Además con maní se elaboran pralinés, turrones y diversos dulces y golosinas.
Si bien hay personas que pueden sufrir alergias a algunos de los componentes, el maní tiene cantidades elevadas de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, con lo cual ayuda a mejorar la salud cardíaca, reduce el colesterol malo y contribuye a la regulación de la presión arterial.
Aceite y mantequilla de maní
El aceite de maní se obtiene a partir del prensado o de la cocción de las semillas de la planta. Se emplea en recetas al wok, para condimentar ensaladas o para freír.
La gastronomía no es el único destino del aceite de maní. Este producto también se utiliza como combustible en motores diésel y para hacer jabón.
La manteca o mantequilla de maní, por otro lado, es una pasta que, además del maní tostado y molido, suele incluir diferentes saborizantes. Muchas veces se mezcla con vainilla o con chocolate, por ejemplo.
Aprovechamiento de la cáscara
Aunque generalmente la cáscara del maní se desecha, es importante mencionar que resulta posible reutilizarla de distintas maneras. Uno de sus usos se encuentra en la ganadería, donde se la mezcla con el alimento que se le suministra a los animales.
Una caldera, en tanto, puede alimentarse con cáscara de maní a modo de combustible. La cáscara de maní incluso sirve para la fabricación de paneles aglomerados, combinándose con madera.
Plagas del maní
Los cultivos de maní pueden sufrir el accionar de distintas plagas. Las larvas de ciertos escarabajos (conocidas como gallinas ciegas), la araña roja y diferentes tipos de gusanos afectan a la planta.
El maní también puede padecer una infección de hongos como el Aspergillus parasiticus y el Aspergillus flavus. Estos organismos están en condiciones de causar la contaminación de las semillas de maní con aflatoxinas, que son micotoxinas de gran toxicidad. La exposición a un nivel elevado de aflatoxina puede causar graves daños en el hígado, desde cirrosis hasta cáncer.
El cuidado de los cultivos, por lo tanto, es imprescindible para la subsistencia del maní y para posibilitar su explotación comercial. Existen múltiples alternativas para prevenir y combatir las plagas mencionadas.