La ovulación es la maduración de óvulo en el ovario o la expulsión de uno o más óvulos del ovario, ya sea en forma espontánea o inducida.
Las mujeres ovulan cada un promedio de catorce días, después del primer día de la menstruación. Este período, sin embargo, no es exacto ya que depende de la extensión del ciclo menstrual de cada persona. Es normal que en algunos casos se sienta dolor durante la ovulación.
Desarrollo de la ovulación
El ciclo menstrual genera alteraciones en la consistencia del flujo vaginal y tiene como objetivo preparar el organismo para el embarazo. El proceso consta de dos fases, separadas por la ovulación. La primera fase se denomina folicular y comienza con el primer día del ciclo menstrual; consiste en la selección aleatoria de un folículo que se romperá para liberar al futuro óvulo.
A partir de entonces tiene lugar la ovulación en sí misma, durante la cual el óvulo abandona el folículo, llega a las trompas de Falopio y es empujado hacia el útero. La fase lútea, última parte del ciclo menstrual, dura hasta el posible embarazo o hasta el inicio del sangrado.
La menstruación y la ovulación comienzan con la pubertad y se desarrollarán durante toda la vida de la mujer hasta la menopausia, con la excepción de los períodos de gravidez. La regularidad del ciclo, de todas maneras, no es estricta ya que cada mujer tiene sus tiempos para desarrollar estos cambios hormonales.
La fecundación se produce en las horas próximas a la ovulación. Este momento, sin embargo, es difícil de precisar y por esta razón resultan poco fiables los cálculos que intentan determinar su llegada. Si se busca evitar un embarazo, lo más aconsejable es seguir alguno de los numerosos métodos anticonceptivos de basamento científico, ya que todos aseguran como mínimo un 70% de eficacia.
Control de natalidad
Los métodos anticonceptivos más populares se denominan de barrera y buscan bloquear físicamente el útero para evitar que ingrese el esperma. Dentro de esta clasificación se encuentran el preservativo masculino y el femenino y el diafragma.
El más antiguo de todos es el condón, que asegura una eficacia del 84% cuando se utiliza correcta y responsablemente. Cabe mencionar que debido a su bajo precio y a su accesibilidad a la hora de usarlo, no requiere de supervisión por parte de un médico; además, no se conocen efectos colaterales. Si a esto le sumamos que previene el contagio de enfermedades muchas enfermedades, no resulta difícil entender que sea el método más popular a nivel mundial.
El preservativo para la mujer se compone de una funda de poliuretano que posee dos aros flexibles a cada lado; uno de ellos debe ajustarse a la vagina, y el otro debe permanecer en el exterior. Su porcentaje de fiabilidad es del 79% y, al igual que el condón, su uso no necesita de supervisión médica.
El método femenino más popular es el diafragma, que consiste en una parte de goma que se fija al cuello del útero y tiene una sustancia espermicida para volver inútiles los espermatozoides que se le aproximen. Su eficacia es del 82% y, a diferencia de los dos productos mencionados anteriormente, requieren de una prescripción médica, dado que existen diferentes tipos y tamaños de diafragma.
Por último, el mayor porcentaje de éxito se consigue con el DIU; es un alambre de plástico o metal muy pequeño que se posiciona en el útero y evita eficazmente el embarazo en un 96% de las casos. Su acción es doble: por un lado, consiste en lograr que los espermatozoides se vuelvan menos capaces de fertilizar el óvulo; asimismo, intenta evitar que el óvulo fecundado se implante en las paredes uterinas.
La colocación de un DIU debe estar en manos de un médico, y es importante tener en cuenta que algunas mujeres sufren de calambres en el útero y de un mayor flujo menstrual durante su utilización. Existen otros efectos adversos de este método, por lo cual es recomendable informarse responsablemente antes de tomar la decisión.