Las palabras homófonas son aquellas que suenan de igual manera aunque significan cosas distintas. Por ejemplo: “echo” y “hecho”. En el primer caso, se trata de una conjugación del verbo echar (arrojar, lanzar, despedir) mientras que, en el segundo, la palabra deriva del verbo hacer (realizar, producir).
Aunque, al escucharlas, ambas palabras parecen iguales, se refieren a cuestiones diferentes. Por otra parte, la letra H permite diferenciarlas en textos. Así podemos encontrar estas palabras homófonas en frases como “Para lograr esta consistencia, le echo un poco de maicena a la salsa” o “Aún no he hecho mis deberes”.
El concepto
Antes de avanzar con la idea de palabras homófonas, se hace necesario llevar a cabo el establecimiento del origen etimológico de la expresión. En este sentido, podemos decir que los dos componentes derivan del griego:
- Palabra, que procede de parabolé.
- Homófona, que es fruto de la suma de dos elementos griegos: homos, que puede traducirse como “igual”, y phonos, que es equivalente a “sonido”.
La homofonía, en este marco, refiere a aquello que comparte sonido con otra cosa. En el ámbito de la lingüística, se asocia a los términos que se pronuncian igual pero que tienen diferente significado.
Ejemplos de palabras homófonas
La lista de palabras homófonas es muy numerosa. Además de los ejemplos expuestos líneas arriba, podemos subrayar otros que se usan con mucha frecuencia y que suelen llevar a confusión:
- “A”, que es una preposición, y “ha”, que es una forma del verbo haber.
- “Abría”, que es una forma verbal de abrir, y “habría”, que es del verbo haber.
- “Ala”, que viene a ser una de las extremidades que usan las aves para poder volar, y “hala”, que es una interjección que se usa para insuflar ánimo.
- “Arte”, que viene a ser una disciplina que engloba todas las habilidades humanas que existen para crear una escultura o una pintura, y “harte”, que es una forma verbal de hartar.
- “Asta”, que es la palabra que se usa para indicar el cuerno de un animal, y “hasta”, que es una preposición.
- “Ay”, que es una interjección que se emplea para indicar dolor, y “hay”, que es una forma del verbo haber.
- “Ato”, que deriva del verbo atar, y “hato”, que es la palabra que se utiliza para indicar tanto un rebaño como un conjunto de ropa.
Otro ejemplo de palabras homófonas son “tasa” y “taza”, diferenciadas según la presencia de la S o de la Z: “El país consiguió en el último año una tasa de crecimiento impensada”, “Voy a buscar las tazas así tomamos un café”.
«Ciervo» y «Siervo» también son palabras homófonas. En este caso, la diferencia de escritura radica en la aparición de la C o la S. Cuando se escribe con C, se trata de un animal mamífero. Si hay una S, en cambio, se alude a un esclavo: «Fuimos a pasar el día a un campo que estaba lleno de ciervos», «Los siervos debían trabajar de sol a sol».
Algunos casos son incluso más complejos ya que las palabras homófonas son más de dos. Eso sucede con «vaso» (un recipiente que se usa para beber), «baso» (conjugación del verbo basar) y «bazo» (un órgano de los vertebrados): «¿Podría darme un vaso de agua, por favor?», «Me baso en lo que aprendí durante toda mi carrera para expresarme de esta forma», «El médico me detectó una inflamación en el bazo».
Homografía y homonimia
Cuando las palabras no sólo se pronuncian igual, sino que también se escriben de la misma manera, son consideradas como homógrafas además de homófonas. Veamos el ejemplo de “armar”. Este mismo verbo tiene dos significados diferentes: “armar” en el sentido de componer o ensamblar, y “armar” para referirse a equiparse con un armamento.
Es posible usar estos términos homófonos y homógrafos en expresiones como “Mañana voy a empezar a armar este rompecabezas” y “Si las fuerzas policiales no hacen nada, el pueblo se va a armar para defenderse”.
Además de la homografía, también puede considerarse la homonimia. Para la lingüística, los homónimos se escriben y se pronuncian de igual manera, pero cuentan con diferente significado. Los términos «banco» (la entidad financiera) y «banco» (la pieza de mobiliario para sentarse) son homónimos. Como se puede apreciar, no son sinónimos, sino que hay una polisemia. Es interesante mencionar que la falta de sinonimia puede dar lugar a confusiones. Supongamos que alguien le dice a otra persona: «Estuve una hora en el banco». Podría referirse a que permaneció ese tiempo en el interior de una institución financiera o a que estuvo sentado en la plaza durante sesenta minutos.
Para minimizar los errores, nada mejor que consultar un diccionario y prestar atención a la ortografía y la gramática. Tener en claro el significado de cada palabra en su contexto es clave para que la comunicación sea exitosa en un diálogo o conversación y para comprender sin problemas un discurso.