Una pausa es, en el sentido más amplio del término, una interrupción. De acuerdo al contexto, la noción puede adquirir distintos significados específicos.
La pausa suele ser una paralización o una detención breve, ya que la acción se retoma pronto. En el ámbito de la televisión, a la tanda publicitaria se la menciona como pausa debido a que interrumpe la emisión. Por ejemplo: “Luego de la pausa, estaremos conversando con el director de la nueva película de Superman”, “De acuerdo a varias personas que se encontraban en el estudio, los periodistas discutieron durante la pausa”, “Tengo que llamar a mi novia, pero voy a esperar a la pausa así no me pierdo ninguna escena de este capítulo”.
En diversas actividades, la pausa permite descansar o brinda el tiempo necesario para satisfacer ciertas necesidades (comer, ir al baño, etc.). Cuatro estudiantes que están realizando un trabajo práctico en grupo, por citar un caso, pueden realizar una pausa para distraerse un rato y luego volver a centrarse en la tarea. En una reunión laboral, los participantes también pueden hacer una pausa para almorzar.
La idea de pausa, por otra parte, aparece en el terreno de la música. En este marco, se trata de un periodo donde se deja de tocar o cantar. En la lingüística, la pausa implica detener la fonación para definir unidades discursivas o entonativas.
La música y la lingüística son dos terrenos en los que la pausa tiene una gran importancia. En el primer caso, se trata de un componente básico a la hora de interpretar una melodía porque nos brinda la posibilidad de articularla y de darles el espacio a varios instrumentos. Por ejemplo, en una canción, las pausas del vocalista pueden servir para escuchar las líneas de los instrumentos, así como entre ellos puede haber silencios que les permitan a ciertos músicos lucirse con los denominados «solos».
Mientras que en instrumentos como el piano, la guitarra y el violín, entre otros, la continuidad de la ejecución depende únicamente de la energía del músico, los de viento requieren que respire y administre su oxígeno de forma sana, por lo cual las pausas son necesarias no solo por una cuestión estética sino natural. De todos modos, una canción en la cual sus instrumentos nunca pausaran podría llegar a resultar insoportable o muy difícil de entender, y esto nos conecta de nuevo con la lingüística.
En la comunicación dependemos de la pausa para articular nuestro discurso, para darle tiempo al receptor de descodificar cada una de sus partes y también para elaborar el resto del mensaje. Todo esto sin olvidarnos de la respiración, que también es fundamental para hablar.
La escritura también se beneficia de la pausa, y de hecho la necesita para expresar diferentes ideas con las mismas palabras. Veamos un ejemplo: «Clara entra en casa» no significa lo mismo que «Clara, entra en casa». La primera oración nos cuenta que una persona llamada Clara entra en su casa; la segunda, en cambio, es una orden que le da otro individuo, quien le indica que entre en la casa.
Para leer correctamente ambas oraciones, debemos hacer una pausa más larga donde se encuentra la coma que en el resto de los espacios entre las palabras. Como ejercicio mental, podemos pensar en el tiempo que nos tomaría pronunciar la palabra «coma», y quedarnos en silencio hasta terminar. Curiosamente, mucha gente tiene dificultad para leer las pausas, aunque en el habla las ejecuta con naturalidad.
A la hora de reproducir un contenido, ya sea en CD, DVD, archivo digital u otro formato, poner pausa supone parar la reproducción. Al retomar la misma, se reinicia desde el momento exacto de la pausa.