Se denomina pistacho al fruto que da el pistachero, un árbol también conocido como alfóncigo. La raíz etimológica del término se halla en el griego pistákion, que llegó al italiano como pistacchio y al francés como pistache.
El pistachero o alfóncigo, que puede alcanzar una altura de unos tres metros, pertenece al grupo familiar de las anacardiáceas. Presenta hojas de tono verde oscuro y flores cuyo fruto es el pistacho, una almendra de tamaño pequeño que puede ingerirse.
El pistacho es un fruto verdoso que se caracteriza por su sabor dulce. Se trata de una drupa: su endocarpio (la capa interna) es leñoso, mientras que su mesocarpio es carnoso. Tiene una única semilla, que es la parte que resulta comestible.
Una piel verdosa recubre al pistacho. Debajo de una cáscara blanquecina y dura aparece la semilla en cuestión, que tiene múltiples usos en el terreno de la gastronomía.
Muchas veces el pistacho se consume como aperitivo o snack. Puede comerse crudo o tostado, endulzado o con sal. También es posible combinar pistachos con otros frutos secos o mezclarlos con yogur, por ejemplo. Los pistachos triturados o molidos con un mortero o incluso con licuadora, en tanto, se utilizan como ingrediente de recetas de repostería.
El helado de pistacho, por otra parte, es popular en varias regiones. Se consigue en muchas heladerías, pero también se lo puede preparar a nivel hogareño.
Entre los frutos secos, el pistacho es el que suele generar más atracción por los más golosos. Esto se debe en gran parte a su peculiar sabor agridulce, que genera en el paladar la necesidad de seguir comiendo hasta que no quede más. En Siria o Irán, por ejemplo, el pistacho se usa para elaborar unas pastas que se consumen con mucha frecuencia.
Ya desde tiempos muy remotos, el pistacho conquistó los paladares de ricos y pobres, como cuenta la leyenda de la reina de Saba, quien supuestamente determinó que solamente se podría cultivar para uso de la corte, prohibiéndole a su pueblo este placer tan irresistible. Esta historia tiene más de tres milenios de antigüedad. El rey de Babilonia llamado Nabucodonosor, que gobernó en el siglo XII antes de Cristo, plantaba pistachos en sus jardines colgantes.
Cabe destacar que el pistacho tiene hierro, potasio, magnesio y vitaminas B1, B6 y E. Por eso su consumo contribuye a reducir el colesterol y el nivel de estrés y ayuda a combatir la anemia.
Es importante señalar que el pistacho no solo cuenta con un amplio número de nutrientes, sino que sus proporciones advierten un particular equilibrio. Con respecto a las proteínas vegetales, la proporción ronda el 20 por ciento, una propiedad que comparte con las legumbres. Los hidratos de carbono se encuentran en un 28 por ciento de su composición; estos son responsables de un importante aporte energético que tiene lugar a medida que los absorbemos lentamente.
El tránsito del intestino también mejora con el consumo de pistacho, ya que contiene un 10 por ciento de fibra. Para el corazón, aportan grasas que se forman en más de un 50 por ciento por el monoinsaturado ácido oleico, el que también podemos encontrar en la pulpa del aguacate y el aceite de oliva, otros dos productos recomendados para cuidar de nuestra salud.
Si hablamos de su contenido en minerales, queda tan solo detrás del sésamo en su aporte de hierro y en primer lugar por su proporción de potasio (1 gramo por cada 100), de manera que es un alimento ideal para el control de la tensión arterial. También es abundante en antiinflamatorios y antioxidantes, lo cual lo vuelve ideal para minimizar el riesgo de ciertas enfermedades degenerativas y crónicas, incluyendo el cáncer y la diabetes.