Reanimación es el proceso y el resultado de reanimar. Este verbo se refiere a regenerar la vitalidad o la fuerza de algo. El concepto, de este modo, se asocia a una recuperación o un restablecimiento.
Por ejemplo: «Las prácticas de reanimación de un bombero consiguieron salvar al bebé que había aparecido en un contenedor de basura», «Todos los trabajadores municipales deben conocer las maniobras básicas de reanimación para ayudar en caso de emergencia», «Me gustaría aprender las técnicas de reanimación que se aplican cuando una persona se está ahogando».
La reanimación cardiopulmonar
Se conoce como reanimación cardiopulmonar (también denominada RCP, por su sigla) al procedimiento que permite brindar atención a un individuo que está sufriendo un paro cardíaco. A través de esta técnica, se busca que la persona logre salir del paro y pueda recuperarse.
La necesidad de practicar la reanimación cardiopulmonar puede surgir tras un accidente tal como una exposición a una fuente de electricidad, con la consecuente descarga, una caída a un río o una piscina que derive en ahogamiento o un ataque al corazón, por nombrar tan sólo algunas de las causas más comunes de la detención de actividad del corazón.
La finalidad de la reanimación cardiopulmonar es que la sangre siga circulando hacia el corazón y el cerebro: de este modo, se demora la muerte de los tejidos. La RCP es el primer paso para «mantener» a la persona con vida y sin que sufra daños en el cerebro, aunque luego debe continuarse con otras técnicas más avanzadas para que el corazón reanude su funcionamiento normal.
Cómo realizar RCP
Para realizar una reanimación cardiopulmonar, la persona debe comprimir, con movimientos rítmicos, el pecho de la víctima. Hay quienes recomiendan, además, que se preste respiración boca a boca para ventilar los pulmones, aunque otros expertos consideran que esta respiración artificial no es necesaria.
Antes de comenzar con la reanimación cardiopulmonar, el sujeto debe confirmar que la víctima no reacciona ni respira. Acto seguido, lo recomendable es que solicite ayuda mientras comienza a comprimir el pecho del individuo desvanecido.
El número mínimo de compresiones que se debe realizar en el pecho durante una reanimación cardiopulmonar es 100, y es muy importante considerar la edad y la complexión del paciente para ejercer una presión que no le provoque daños. Además, el propósito de esta práctica es que se restablezcan la función respiratoria y las palpitaciones, por lo cual debe realizarse hasta que proporcione dichos resultados.
Aunque no existan campañas constantes para concienciar a los ciudadanos de la necesidad de aprender esta técnica, se trata de una de las herramientas más valiosas en caso de emergencia: si se detiene el flujo de sangre, la persona puede morir en pocos minutos, el mismo tiempo que le toma al cerebro sufrir daños permanentes, y por ello nadie debería quedarse de brazos cruzados hasta que llegue la ayuda profesional si este procedimiento pudiera marcar una diferencia.
En algunas escuelas, la reanimación cardiopulmonar se enseña a todos los estudiantes, ya sea en sesiones especiales, con la ayuda de expertos invitados, o en manos de docentes que estén capacitados para transmitir estos conocimientos con precisión. Lamentablemente, no se trata de la realidad general, ya que al día de hoy, como varias décadas atrás, la RCP sigue siendo algo que la mayoría de las personas solamente ha visto en el cine.
El origen de la reanimación cardiopulmonar
El origen de la reanimación cardiopulmonar data de finales del siglo XVIII, cuando se dejaron escritos que describen un procedimiento basado en presionar el cartílago cricoides (el más bajo de la laringe) para evitar que ingresara aire al esófago cuando se realizaba insuflación artificial.
Sin embargo debieron pasar casi dos siglos hasta que, en 1960, se definieron formalmente las bases de la RCP, las cuales han atravesado ciertas variaciones hasta el presente, como ser el número de compresiones por minuto, que en una época no excedían las 60 y actualmente deben rondar las 100.