Reduplicación, que procede del vocablo latino reduplicatio, es el acto y el resultado de reduplicar. Este verbo (reduplicar), por su parte, refiere a repetir algo o a incrementarlo al doble de lo que era anteriormente.
En retórica y gramática
La idea de reduplicación se emplea en el terreno de la retórica y la gramática. La reduplicación, en este marco, puede consistir en una conduplicación: es decir, en la reiteración, al inicio de cada verso o cláusula, de la última palabra empleada en el verso o en la cláusula precedente. La reduplicación también puede tratarse de la repetición de un fragmento lingüístico.
Como figura literaria, la reduplicación implica repetir dos veces una o más palabras contiguas en una oración. Al repetir un término, se modifica mínimamente el significado de la expresión, ya que se le otorga un matiz diferente.
Algunos ejemplos
Veamos un caso de reduplicación. Un joven le comunica a otro: “Bruno está muy muy enojado contigo”. La repetición del adverbio “muy” permite hacer alusión al grado del enojo que tiene Bruno, quien está realmente enojado. En algunas regiones, se consigue un efecto similar sin usar la reduplicación al usar la fórmula “mucho muy”: “Bruno está mucho muy enojado contigo”.
Otro ejemplo de reduplicación es el siguiente: “Nunca, nunca te des por vencido”. Como se puede apreciar, la reduplicación se basa en la utilización del adverbio “nunca” dos veces, una particularidad que permite resaltar la gran importancia de no darse por vencido y, por lo tanto, de seguir resistiendo o luchando.
Más ejemplos de reduplicación: “¡Acércate, rápido, rápido!”, “Hay que vivir, vivir y vivir”, “Llama a tu padre ahora, ahora”. De alguna manera, al repetir ciertas palabras conseguimos potenciar su significado, enfatizando a la vez su importancia en la oración. Esto puede parecer innecesario desde un punto de vista semántico en casos como el del adverbio nunca, ya que su significado no puede tener diferentes grados sino que es absoluto. Sin embargo, gracias a esta figura podemos hacer hincapié en que el interlocutor no debería subestimar nuestras palabras.
Si decimos «Nunca vuelvas a ese lugar» pero nuestro receptor toma el adverbio a la ligera, puede asimilarlo como «intenta no hacerlo» o «no lo hagas con mucha frecuencia». Por otra parte, cuando hacemos uso de la reduplicación, las probabilidades de interpretaciones incorrectas disminuyen. Para complementar este ejemplo, podemos imaginar que el interlocutor responde con otra reduplicación, en este caso para asegurarle a su emisor que ha entendido correctamente el mensaje y que acepta su recomendación: «Ya sé, ya sé». Si bien no tiene la misma fuerza y puede no ser del todo sincero, estos matices dependen de cada hablante y situación.
Reduplicación total y parcial
Hasta ahora hemos visto ejemplos varios de reduplicación total, un recurso que consiste en repetir un término por completo dentro de una oración. Sin embargo, en otras lenguas existe la denominada reduplicación parcial, que simplemente exige la repetición de una parte de la palabra, que suele ser su primera sílaba, con fines diferentes a los expuestos anteriormente.
Lejos de servir para enfatizar el significado de una palabra, la reduplicación puede ser esencial para formar el plural de los sustantivos en varios idiomas, y esto ocurre tanto con la total como con la parcial. En el primer grupo podemos mencionar la forma plural de «persona» en Indoneso, que es la reduplicación total de su singular: «orang» pasa a ser «orang-orang». Nótese que al agregar numerales delante se debe usar su forma singular, aunque la traduzcamos en plural.
La lengua pápago, de México, usa la reduplicación parcial con el mismo objetivo. Por ejemplo: el sustantivo «baana» («coyote») se transforma en «babaana».