El sargazo es un alga marina de color marrón, verdoso o negruzco. El concepto alude a un género formado por más de 300 especies, con lo cual no existe una única clase de sargazo.
Muchas veces el sargazo flota sobre la superficie del mar, aunque hay especies que se adhieren al fondo marino. Cuando la cantidad de ejemplares se vuelve excesiva y los restos de los sargazos llegan a la playa, acumulándose en la arena, su presencia se convierte en un problema ecológico.
Características del sargazo
Los sargazos son algas macroscópicas o macroalgas del género Sargassum, que pertenecen a la clase de las algas pardas. En su talo puede distinguirse entre una zona similar a un tallo y otra semejante a una raíz.
Del área que se parece a un tallo pueden surgir órganos con forma de lámina a modo de las hojas de las plantas fanerógamas, que presentan vesículas axilares y un nervio central que sobresale. Gracias a estas vesículas que contienen aire, el sargazo está en condiciones de flotar.
El hábitat del sargazo se ubica en las zonas tropicales. Por lo general se pega a los corales, creciendo junto a ellos de manera subsidiaria, aunque también puede juntarse a las rocas.
Asimismo, los sargazos en ocasiones mantienen una flotación a la deriva, creando poblaciones de enorme tamaño y constituyéndose como un ecosistema que brinda albergue a otros animales.
Sargassum vulgare, Sargassum natans, Sargassum pallidum y Sargassum horneri son algunas especies de sargazo. Se trata de organismos con características en común y, a su vez, diferentes particularidades.
Su presencia en el océano Atlántico
Existe un área en el océano Atlántico que recibe el nombre de mar de los Sargazos. La denominación obedece a la gran presencia de estas algas en una zona de aguas calmas. En concreto, el mar de los Sargazos se desarrolla entre los paralelos 20º y 35º N y los meridianos 40º y 70º O, cubriendo una superficie de unos 3.200 kilómetros de largo por 1.100 kilómetros de ancho.
El mar de los Sargazos carece de costas y se define por sus rasgos biológicos. Se cree que la región fue descrita en el siglo IV por el poeta Avieno en su obra “Ora maritima”, aunque el primer testimonio concreto que se dejó por escrito fue realizado por Cristóbal Colón en 1492.
Limitado por corrientes oceánicas, el mar de los Sargazos solía ser considerado como un obstáculo para la navegación a vela debido a la acumulación de algas y plancton y a los vientos escasos. Sin embargo, con el tiempo se advirtió que las embarcaciones experimentaban dificultades para avanzar por la incidencia de la corriente del Golfo.
Cabe destacar que el mar de los Sargazos cumple un rol importante en la migración de tortugas marinas, ballenas y anguilas. Además alberga a una especie conocida como pez de los sargazos, adaptada para vivir entre las algas.
Es interesante señalar que el mar de los Sargazos aparece mencionado en libros de Julio Verne, Ezra Pound, Julio Cortázar y Horacio Quiroga, entre otros autores. El primer álbum del músico argentino Skay Beilinson, en tanto, lleva el título de “A través del mar de los sargazos”.
El sargazo como problema para la ecología
Cuando los bosques de sargazos se acercan a las costas y las algas cubren la arena, se suscita un problema ecológico que tiene consecuencias sociales y un importante impacto económico. Esto se ha acentuado a partir de un desplazamiento del sargazo hacia el Atlántico tropical, arribando a playas del Caribe (en zonas de México, Barbados, República Dominicana y otras naciones) y de África y dando lugar al llamado Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico.
En condiciones propicias, la masa de sargazo se duplica cada 20 días. Cuando las algas empiezan a poblar las aguas cercanas a la costa, bloquean los rayos de sol que deberían llegar al fondo del mar, con lo cual otras algas y los corales no logran llevar a cabo la fotosíntesis.
A medida que mueren, por otro lado, los sargazos se descomponen emitiendo gases como metano y ácido sulfhídrico y consumiendo oxígeno. Esto desencadena efectos que perjudican a muchas especies; por otro lado, cuando los restos de sargazos se acumulan en la arena, se esparce el mal olor y se modifica el paisaje.
Debido a estas cuestiones, las playas de arena blanca se vuelven pardas, el agua deja de ser cristalina y el aroma pestilente se siente en el ambiente. De este modo, pierden atractivo turístico. De hecho, el turismo en el Caribe ya se ve resentido en la temporada de sargazo (que se extiende de mayo a octubre aproximadamente).
No solo la fauna marina, la flora marina y la biodiversidad en general sufren el exceso de sargazo: incluso la salud humana puede dañarse. Los problemas respiratorios y las afecciones en la piel están entre las posibles complicaciones.
El cambio climático
Los expertos atribuyen esta problemática al cambio climático; más precisamente, al calentamiento global. Con el incremento de la temperatura del agua y los vertidos agrícolas e industriales, crecen los nutrientes en el mar, se produce la eutrofización y se multiplica la cantidad de sargazo.
Por eso, una forma de evitar que el sargazo se transforme en una complicación para el medio ambiente es combatiendo el calentamiento global. Eliminar o reducir los gases de efecto invernadero es una medida que resulta necesaria, tanto para atender estas dificultades como para atenuar o revertir otras situaciones conflictivas a nivel ecológico.
El aprovechamiento del sargazo
El desarrollo de técnicas de recolección de sargazo es imprescindible para limpiar las orillas con rapidez. De todas maneras, los especialistas indican que la solución tiene que ir más allá de los limpiadores de playa y que se tiene que avanzar en el tratamiento del sargazo para aprovecharlo.
Con el alga, por ejemplo, se pueden producir fertilizantes orgánicos y biocombustibles. También pueden fabricarse compuestos farmacéuticos y elaborarse productos alimentarios. En Jamaica, por mencionar un caso, el sargazo se aprovecha para alimentar al ganado caprino.