Se denomina variable a un símbolo que actúa en las proposiciones, las fórmulas, las funciones y los algoritmos de la estadística y de las matemáticas y que tiene la particularidad de poder adoptar diferentes valores.
De acuerdo a sus características, es posible hablar de distintos tipos de variables, como las variables cuantitativas, las variables cualitativas, las variables independientes, las variables dependientes y las variables aleatorias. En esta oportunidad, nos centraremos en las variables continuas.
Qué es una variable continua
Una variable continua es aquella que puede adoptar cualquier valor en el marco de un intervalo que ya está predeterminado. Entre dos de los valores, siempre puede existir otro valor intermedio, susceptible de ser tomado como valor por la variable continua.
Estas particularidades diferencian a la variable continua de la variable discreta, que solo puede adquirir un valor de un conjunto de números. Existen separaciones entre los valores sucesivos que pueden observarse: es decir, que no se «llenan» con otros valores intermedios.
Una persona puede tener uno o dos televisores, pero nunca uno y medio; sin embargo, si hablamos de tazas de azúcar, entre una y otra existe un gran número de valores intermedios, que aparecen a medida que agregamos granos.
La importancia del instrumento de medición
Las variables continuas, en teoría, no se pueden medir con absoluta exactitud: el valor que se observa depende del instrumento empleado para la medición. Consideremos las variables continuas a partir del peso de una persona. Puede pesar 78,5 kilogramos, 78, 54 kilogramos o 78, 546 kilogramos de acuerdo a la exactitud de la balanza. El ejemplo revela que, al trabajar con variables continuas, hay que aceptar la existencia de un error de medición que se debe tratar de minimizar, ya que implica una diferencia entre el valor verdadero y el valor medido.
Es importante resaltar que siempre hay errores de medición, ya que esto es algo inherente a los instrumentos de medición; sin embargo, en cada caso pueden existir causas diferentes. Por otro lado, es posible anticiparse a algunos de ellos, y de este modo intentar reducir su impacto a través de procedimientos como la calibración y la compensación.
La exactitud en la medición es algo tan relativo como los errores, ya que depende en gran parte de las intenciones del sujeto que la lleva a cabo: cuando compramos alimentos en el mercado no nos interesa saber si el peso que indican los paquetes es exacto, sino que nos conformamos con que los fabricantes no intenten engañarnos dándonos una cantidad considerablemente menor.
¿Todas las bolsas de 1 kilogramo de arroz tienen la misma cantidad de granos y pesan exactamente lo mismo? Pues la primera respuesta es posible responderla, ya que para ello basta con contar los granos; sin embargo, la segunda acarrea el problema de los errores de medición, ya que según la balanza utilizada podríamos decir que sí o que no.
Los límites de una variable continua
Cuando trabajamos con variables continuas nos importan especialmente los límites, que podemos llamar «mínimo» y «máximo», y el margen de error, el cual también se debe aplicar para saber si hemos alcanzado dichos puntos. Habiendo establecido esta estructura, es posible aprovechar este concepto para realizar un sinfín de trabajos.
En la programación de videojuegos, por ejemplo, el concepto de variable continua puede aparecer en diversos casos, como ser la aceleración de los personajes u objetos: siempre es necesario contar con un rango de posibles valores, tales como la velocidad mínima y la máxima, entre las cuales aparecen muchos otros, cuya precisión se determina según los recursos de la máquina.
Cuanto mayor sea la precisión, que en este caso podría estar vinculada a la cantidad de decimales, más fluida será la representación gráfica en pantalla, ya que los ajustes realizados para ubicar los objetos no podrán ser percibidos con facilidad por parte de los jugadores.