La etimología de convección nos remite al vocablo del latín tardío convectio, que refiere al «acto de transportar». El término se emplea en el ámbito de la física para aludir al modo de propagación de una magnitud en un fluido debido a las diferencias de densidad.
Propagación del calor
Por lo general la idea de convención se vincula a la propagación del calor en el aire o en el agua. Se trata de un sistema de transferencia que lleva la energía térmica de una zona a otra.
Al encontrarse dos cuerpos que están a distinta temperatura, se produce un flujo de calor. El cuerpo que registra una temperatura más alta, en este marco, le transfiere calor al que se halla a una temperatura más baja por la convención. Es importante mencionar que el flujo se debe al movimiento de las moléculas.
Por lo tanto, cuando hay dos líquidos; dos gases; o un líquido y un gas a diferentes temperaturas, se genera el proceso de convención que implica la transferencia de calor. Esto puede verse en el funcionamiento de los radiadores, por ejemplo.
Si un radiador se enciende, la convención natural hace que exista un flujo de calor. Como el aire que se encuentra rodeando al radiador se calienta, su densidad disminuye y se traslada hacia arriba, ya que ahora pesa menos que el aire del ambiente. No hace falta más que ubicar una mano sobre el radiador para sentir ese calor que va subiendo.
En meteorología
En el terreno de la meteorología, por otra parte, se denomina convección al movimiento del aire en sentido vertical. Este fenómeno se desarrolla naturalmente en la atmósfera por los rayos del sol, que calientan la superficie terrestre y luego ese calor se transmite a la capa adyacente de aire, haciendo que disminuya su densidad y ascienda.
Cuando en una parcela de aire la temperatura se incrementa y se mantiene constante su presión, se percibe un aumento en su volumen y una disminución en su densidad. Como resultado, el aire se eleva por efecto de la flotabilidad, así como ocurre con los globos de helio (una sustancia menos densa que el aire).
Horno de convección
En las últimas décadas los avances tecnológicos en los diferentes ámbitos de la industria nos han presentado varias alternativas a los productos que considerábamos esenciales, como ser los electrodomésticos de la cocina. El horno no es una excepción, ya que en la actualidad existe una variedad a tener en cuenta a la hora de comprar uno, ya que probablemente para cada hogar haya uno más adecuado que el resto. El de convección genera una corriente de aire que empuja el calor hacia la comida, y es de este modo que lo calienta en menos tiempo y con resultados mejores.
Para ello, el horno de convección cuenta con una resistencia que se calienta (como muchos otros hornos eléctricos) y un ventilador que sopla detrás de ésta para enviar el calor en la dirección de las bandejas. La corriente es continua y pareja, razón por la cual la comida queda bien cocida. El horno tradicional no mueve activamente el calor, de manera que depende de la proximidad de los alimentos o bien de la radiación natural; esto repercute en un desperdicio de energía y en una falta de uniformidad en la cocción.
Gracias a la convección, el calor llega a todos los rincones, mejorando también la cocción de las partes menos expuestas de preparaciones tales como pizzas o empanadas, e incluso de la base de las verduras rebanadas, por ejemplo, que en un horno tradicional solamente se cuecen por encima. En pocas palabras, esta tecnología supone una serie de beneficios muy tentadores, tanto para el bolsillo de quien paga la factura de luz como para el paladar de los comensales.