Un cuento es una narración breve de hechos imaginarios, que presenta un grupo reducido de personajes y apela a la economía de recursos narrativos para desarrollar un argumento no demasiado complejo.
El terror, por su parte, es el sentimiento más intenso de miedo, donde el individuo ya no puede pensar de forma racional. El terror puede generar sudoración fría, la parálisis de los músculos y hasta la muerte por paro cardíaco.
Un cuento de terror, por lo tanto, es un relato literario que intenta generar sentimientos de miedo en el lector. Para esto presenta historias vinculadas a las temáticas más atemorizantes para los seres humanos, como la muerte, las enfermedades, los crímenes, las catástrofes naturales, los espíritus y las bestias sobrenaturales.
El cuento de terror puede tener un fin moralizante, es decir, asustar al lector para que éste evite ciertas conductas o actos. En otros casos, el cuento de terror no es más que un ejercicio estético que busca, como cualquier obra literaria, un efecto en quien lo lee.
Referentes del cuento de terror
Entre los máximos exponentes del cuento de terror, aparecen los estadounidenses Edgar Allan Poe (1809-1849), H.P. Lovecraft (1890-1937) y Stephen King (1947), y el francés Guy de Maupassant (1850-1893).
En el caso de Poe, son muchos sus cuentos que han quedado en la historia del género. «El gato negro», «Ligeia», «La caída de la casa Usher», «El barril de amontillado», «Berenice», «La verdad sobre el caso del señor Valdemar», «El corazón delator» y «El retrato oval» son algunos de sus principales relatos.
Claves de este tipo de historias
A la hora de escribir una historia de terror es importante tener en cuenta que hay cuatro elementos básicos para conseguir causar temor en el lector, los mismos son:
* Transgredir lo cotidiano: es necesario que en el relato tenga lugar un evento determinado que rompa con la armonía cotidiana de el o los protagonistas, modificando violentamente su existencia;
* Acercarse a lo desconocido: ese evento debe estar relacionado con algo que cause una cierta incertidumbre, una sorpresa que no sea agradable y, sobre todo, que no puede ser explicado mediante la razón;
* Utilizar elementos sobrenaturales: ese hecho, inexplicable a través de la razón, debe contar con características sobrenaturales. No necesariamente se tratará de un fantasma puede estar relacionado incluso con actitudes humanas difíciles de comprender por una mente normal: homicidios, actos deleznables, etc. El relato debe motivar al lector a deshumanizar al individuo, porque a través de su forma de comprender el mundo nunca conseguirá discernir su esencia;
* Poner en evidencia la condición de mortales: éste es uno de los elementos que mejor funciona en los textos; llevar al límite último a los protagonistas para que sean conscientes de su mortalidad, de su incapacidad de sobrevivir a todo, poniendo en duda su supervivencia ante el horror que deben enfrentar. No se trata que necesariamente ese ente quiera matar al protagonista, sino que quizás se acerca a él para avisarle que va a morir o para asesinar a alguno de sus seres queridos o incluso a toda la humanidad.
Lovecraft, el cuento de terrror y el necronomicón
Seguramente uno de los nombres más incuestionables de la literatura de terror es el americano Howard P. Lovecraft, quien no sólo ha creado un universo único dentro del género sino que ha sabido renovarlo con un terror que tiende más a los traumas psicológicos y alucinaciones y que impide comprender del todo qué es real y qué cosa fruto de la imaginación.
Una de las creaciones más impresionantes de Lovecraft es su necronomicón, un libro mágico que aparece en muchos de sus escritos.
Según la etimología de la palabra, el necronomicón es el libro que contiene todo lo relativo a las leyes de los muertos. Se trata de una serie de saberes arcanos de magia que al ser absorbidos por una persona la llevan a la locura y posteriormente a la muerte. En sus páginas existen consejos para contactar con ciertas entidades sobrenaturales que poseen un gran poder y traerlas al mundo para que gobiernen en él.
Este libro, producto del universo literario de Lovecraft se ha vuelto muy famoso. No sólo aparece en la mayoría de los relatos de este autor, sino que también ha sido utilizado por otros escritores para dotar a sus obras de ese ingrediente de horror único que tiene la obra de Lovecraft; entre estos escritores se encuentran August Derleth y Clark Ashton Smith, quienes siempre se han autodenominados lovecraftianos.
Palabra de experto
El argentino Nicolás Maggi alcanzó una gran popularidad en redes sociales y plataformas digitales por sus relatos paranormales. Periodista, twittero y podcastero, es el creador de «Turbio» y «La Segunda Muerte del Dios Punk».
Consultamos a Nicolás sobre cuál cree que es la clave, el punto más fuerte, para que un cuento de terror resulte efectivo o impactante:
Creo que una parte muy importante de ese estilo, que hace que el lector esté en la punta de la silla, es el pacing de la historia. El ritmo. Soy muy fanático de las estructuras narrativas. Trabajo las historias de un modo muy intuitivo para ir buscándole los tiempos para que generen el mayor impacto posible.
Pero al mismo tiempo, me gusta mucho desarrollar climas, tensiones, ambientes, que apuesten más a lo psicológico. No me gustan los autores o cineastas que recurren siempre a la herramienta del susto o el jumpscare para dar miedo. Es una de las herramientas, pero no hay que abusar de ella.
Una de las fortunas que tengo, es que trabajo con la realidad. No puedo cambiar la forma en que pasaron los hechos. Pero si los puedo reordenar, poner la lupa en un detalle, mostrar algo de a poco, sugerirlo, dosificar la información, llegar al clímax del relato con una acumulación insoportable de incomodidad.
Creo que ahí está el arte del narrador de una buena historia de terror. Poder tomar esa plastimasa de la realidad, que siempre es mucho más rica y retorcida de lo que nos puede dar la imaginación para la ficción, y presentarla de una forma atractiva, que nunca es de la misma forma en la que aparece por primera vez ante nuestros ojos: la historia aparece cuando la recordamos y la ordenamos para contarla.
Nicolás Maggi