La demencia senil es un trastorno de la mente que aparece en la ancianidad. Se trata de un síndrome orgánico que se caracteriza por el deterioro de la memoria, problemas en el juicio y el pensamiento abstracto y alteraciones de la personalidad.
La demencia es un trastorno de la razón que supone un deterioro progresivo e irreversible de las facultades mentales. Quien sufre demencia experimenta graves trastornos en la conducta y en las funciones cognitivas, hasta el punto de no poder continuar realizando sus actividades cotidianas.
Senil, por su parte, es lo perteneciente o relativo a una persona de avanzada edad en la que se evidencia una decadencia física y/o mental.
Cómo asistir a quien padece demencia senil
Cuando la demencia senil alcanza un grado avanzado, la persona no puede interactuar con normalidad ni llevar a cabo actividades de manera autónoma. Por eso quienes sufren el trastorno deben recibir atención permanente. Sin embargo, uno de los primeros consejos que los médicos dan a los familiares de pacientes con demencia senil es que les permitan hacer tantas cosas por sí mismos como sea posible.
Otras recomendaciones muy comunes son: establecer rutinas y horarios, para evitar que la persona se desoriente en su vida diaria; mantener las cosas que suele usar siempre en los mismos sitios; poner relojes y calendarios bien a la vista; evitar el acceso a sustancias peligrosas y objetos cortantes.
Primeros indicios y diagnóstico
Aunque existen muchos trastornos y síndromes asociados o similares, lo que dificulta una definición precisa, los especialistas concuerdan en que la demencia senil se inicia después de los 65 años de edad.
Entre los primeros indicios de su aparición se encuentran a ansiedad, las ideas paranoides, el aislamiento social, el estrés, los rasgos obsesivos, la confusión de fechas y ubicaciones, los olvidos constantes, los cambios extremos de humor y las alteraciones en la personalidad, la dificultad para recordar términos de uso cotidiano y la pérdida de confianza en las personas más cercanas.
Para proceder a diagnosticar la demencia senil la medicina se basa en una serie de métodos que comienzan por el descarte de otros trastornos cuyos síntomas sean la pérdida temporal de memoria y la confusión. Seguidamente, es necesario observar el historial clínico del paciente para buscar casos de demencia senil en sus antepasados y familiares más cercanos. La confirmación del diagnóstico se puede obtener mediante tomografías del cerebro y un examen neurológico, pasos esenciales para advertir cambios a nivel físico.
Demencia senil y otros trastornos con características similares
Es importante distinguir, de todas formas, entre la demencia senil, el envejecimiento normal, la depresión, la esquizofrenia y otros trastornos con deterioro cognitivo. Cada caso tiene diferentes particularidades y requieren de diferentes tratamientos.
El suministro de fármacos, el ejercicio físico pautado y controlado y una dieta determinada pueden ayudar a reducir las alteraciones vinculadas a la demencia senil.
Posibles causas
La causa más común de este problema es la enfermedad de Alzheimer, la cual se encuentra en casi la mitad de los pacientes de demencia senil. Se trata de un trastorno de tipo genético que destruye las neuronas, impidiendo la formación de nuevos recuerdos y acabando poco a poco con la funcionalidad del cerebro humano.
Por otro lado, se encuentran el alcoholismo, el consumo abusivo de esteroides, la enfermedad de Parkinson y la de Huntington, la encefalitis bacteriana o viral y la esclerosis múltiple; la razón es que la ingesta de ciertos medicamentos para tratar dichos problemas puede provocar daños en el tejido del cerebro.
Otra causa de la demencia senil puede ser una deficiencia de niacina y tiamina (dos vitaminas del grupo B); una vez que se consigue restaurar sus niveles, es posible que los síntomas se reviertan. Por último, exponerse al mercurio o al plomo puede también provocar la aparición de demencia senil.