La economía del conocimiento es el conjunto de las actividades económicas que demandan un capital intelectual elevado y se destacan por el aprovechamiento de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Por eso se considera que su valor radica en la generación y la aplicación de ideas.
Antes de avanzar es importante analizar los términos que forman el concepto. Se llama economía a la ciencia que analiza cómo, apelando a recursos escasos, se puede lograr una satisfacción eficaz de las necesidades materiales. La noción también alude a las prácticas y los bienes que componen la riqueza de una persona o de una comunidad. El conocimiento, en tanto, es un saber o un entendimiento.
Características de la economía del conocimiento
La economía del conocimiento se basa en la información para la creación de riqueza a través del valor que agrega a servicios y productos. Se la considera como un paradigma que ubica al know how (el saber hacer) en el centro.
A partir de la economía del conocimiento irrumpieron nuevos sectores y también se modernizaron otros. De las telecomunicaciones a la informática, pasando por la educación, la robótica y la ingeniería, numerosos industrias se han desarrollado y potenciado en base a la explotación del conocimiento.
Los gobiernos y las grandes empresas, en este marco, suelen invertir grandes sumas en investigación y desarrollo (I+D) para favorecer la innovación y contribuir al crecimiento de la economía del conocimiento. Esto está vinculado al efecto multiplicador de este paradigma económico y al ya mencionado valor que añade a múltiples actividades y bienes.
La digitalización
Es habitual que se asocie la economía del conocimiento a la economía digital: aquella que se sustenta en el uso de dispositivos tecnológicos o que implica una virtualización. Otra noción asociada es la idea de nueva economía, que alude a la explotación del conocimiento, la aplicación de tecnología y la globalización.
Hay que aclarar, no obstante, que actualmente los límites entre la economía tradicional, la economía digital y la nueva economía son difusos. La economía del conocimiento mantiene como característica distintiva el hecho de basarse en las ideas, aunque cada vez más los procesos y las actividades de todas las áreas económicas se entrecruzan.
La gestión del conocimiento es clave en las startups tecnológicas y en la transferencia de tecnología. Realidades hoy cotidianas como el comercio electrónico, el marketing digital y el teletrabajo o trabajo remoto ya no pueden vincularse exclusivamente con la economía del conocimiento, que también alimenta recursos de popularidad creciente como la impresión 3D, la cloud computing (computación en la nube), la Internet de las cosas (IoT) y la inteligencia artificial (IA).
Resulta evidente que servicios como las plataformas digitales no podrían haber surgido sin la economía del conocimiento. Otras áreas, como la biotecnología, la medicina personalizada y la movilidad eléctrica, demandan un capital humano especializado y el uso de las TIC, con lo cual también se emparentan con este modelo.
Ventajas de la economía del conocimiento
Las ventajas de la economía del conocimiento son numerosas. Promueve el aprendizaje continuo y la educación superior, contribuyendo al progreso de las comunidades.
Como ya indicamos, aporta valor a bienes y servicios ya existentes. Además permite crear nuevos productos y prestaciones, que terminan siendo aprovechados por cualquier sector económico y por la sociedad en general.
Sus innovaciones, por otro lado, pueden contribuir al desarrollo sostenible. El impulso de las energías renovables y la construcción de smart cities (ciudades inteligentes), por ejemplo, requieren de conocimientos y tecnologías. A través de la transformación digital y la automatización de procesos, a su vez, puede aportar eficiencia a toda actividad productiva y reducir los costos.
A nivel general, suele destacarse que la economía del conocimiento atraviesa de forma transversal a todas las industrias, contribuyendo a mejorar la productividad, aumentando las exportaciones y creando puestos de empleo de calidad.
Impacto social
No se puede dejar de mencionar que, por sus propias características, la economía del conocimiento aparece como una vía para el desarrollo local, incluso de pueblos o ciudades alejadas de los grandes centros urbanos y capitales. No requiere tierra ni maquinarias y muchas veces genera propuestas virtuales que pueden contratarse o consumirse desde cualquier parte del mundo sin necesidad de invertir en transporte y logística. Apostar por el conocimiento como fuente de riqueza es posible más allá de las características geográficas y de las condiciones naturales de un territorio.
Por supuesto, el impulso de la economía del conocimiento también acarrea desafíos. La desigualdad en el acceso al conocimiento se vuelve más notoria, por eso la alfabetización digital de toda la comunidad se hace imprescindible. Sin inclusión digital, muchos de los beneficios mencionados son acotados.
Si el valor se genera a través de la especialización, quienes no pueden capacitarse como el mercado laboral demanda sufren una desventaja social y ven limitadas sus chances de progreso. Incluso pueden quedar afuera del aprovechamiento de las innovaciones que, en teoría, pasan a estar a disposición de toda la sociedad.
Por ejemplo: si a través del desarrollo de software se multiplican las plataformas de telemedicina para que los pacientes puedan hacer consultas a distancia y muchas empresas de salud y obras sociales comienzan a brindar ese servicios, aquellos que no cuentan con los conocimientos para descargar una aplicación y usarla, o directamente no disponen de acceso a Internet o teléfono celular (móvil), no tienen la posibilidad de recibir esa atención médica.