Empleado es un término que identifica al individuo que desarrolla una tarea o actividad a cambio de un sueldo o salario. Si la persona contratada para un puesto o cargo laboral es de género femenino entonces adquiere protagonismo el concepto de empleada.
Del análisis del plano real se desprende que, en la práctica, hay una inmensa variedad de perfiles en materia de personal. Alguien que acepta una labor o se suma a un proyecto por un determinado periodo de tiempo (desde días hasta meses, de acuerdo al plazo previamente convenido), por ejemplo, está considerado como un trabajador temporal. Diferente es el caso del empleado a largo plazo, ya que la regularidad y la estabilidad en cierta forma dan más seguridad e incentivo. Hay formatos, en tanto, que llevan a distinguir entre contratados para trabajo por turnos, trabajo a tiempo parcial o completo, trabajo a distancia y trabajo presencial.
Claro que, más allá de tener en cuenta la duración y la modalidad de cada compromiso profesional, es posible reconocer cualidades, rendimientos y hasta conductas impropias, visibilizándose así las categorías de empleados eficientes, empleados comprometidos, empleados infieles, etc.
Derechos y obligaciones de cada empleado
Al entrar en el circuito laboral formal, cada empleado tiene derechos que deben respetarse pero también obligaciones que asumir.
Todo trabajador formal está respaldado por las leyes laborales vigentes en el país en el cual vaya a desempeñar un rol o a ocupar un puesto de trabajo. En territorio argentino, por describir un caso puntual a modo de referencia, la legislación le reconoce a los empleados el derecho a contar con elementos de seguridad o protección en caso de realizar tareas riesgosas, a desenvolverse profesionalmente en un entorno seguro y saludable, a una retribución justa, a un día de descanso pago (o más) proporcional a la cantidad de tiempo trabajado, etc.
También existen derechos vinculados a la cobertura médica por obra social o seguro de salud, a acceder en tiempo y forma a una jubilación y a disponer de retribución ante licencia por enfermedad, días personales (días de estudio) o baja por maternidad o paternidad, entre otras.
El empleador, en tanto, asume la obligación de, por ejemplo, abonar haberes y cargas sociales de aquellos sujetos con los que ha entablado una relación laboral firmando un contrato de trabajo o estableciendo un acuerdo en relación de dependencia.
Las obligaciones del personal contratado, asimismo, giran en torno al cumplimiento de las condiciones horarias y de desarrollo de cada jornada laboral, a respetar y seguir instrucciones u órdenes de un superior en cuanto a la dinámica profesional, a adaptarse a las normas de higiene y seguridad adoptadas en la oficina, fábrica o lugar de trabajo…
Desarrollo profesional
Por desarrollo profesional se entiende el proceso de evolución de toda persona que se prepara desde la teoría para volcar sus saberes en la práctica y, reconociendo sus propias destrezas o habilidades, tiene la oportunidad y el espacio para desplegar todo su potencial.
La educación y la capacitación constante son indispensables para el crecimiento de cada trabajador, independientemente del rubro en el cual se desempeñe.
Al ir trazándose metas profesionales, cumpliendo sus objetivos y superándose a sí misma avanzando en puestos o cargos y beneficiándose con ascensos laborales, la persona incrementa su confianza, fortalece su autoestima y, así, transforma y refleja su entusiasmo y sus capacidades en productividad, responsabilidad y motivación laboral.
Riesgos y problemas a los cuales se expone un empleado
Como en cada situación y contexto de la vida, todo sujeto se expone a riesgos y a problemas al aceptar un determinado puesto o empleo.
Los accidentes de trabajo, por ejemplo, son una realidad por más que se hayan implementado y cumplido las normas de seguridad previstas. Ya sea por ello o por una enfermedad profesional se pueden padecer daños más o menos severos (llegando, en ocasiones, a decretarse una incapacidad laboral que puede tornarse permanente).
Cuando hay enfrentamientos o vínculos problemáticos dentro de un equipo de trabajo o entre empleados y empleadores, en tanto, se le debe hacer frente a conflictos laborales.
No se puede dejar de mencionar que las presiones, las exigencias, el exceso de responsabilidades y hechos propios del quehacer profesional pueden ser disparadores de estrés laboral. Hay que aprender y propiciar, por lo tanto, relaciones laborales amenas y respetuosas, así como es conveniente lograr un equilibrio saludable entre la esfera laboral y el ámbito personal para no terminar extenuados, desmotivados y, tal vez, con síndrome de burnout.
El acoso laboral y la violencia dentro del contexto de trabajo, desafortunadamente, también existen y, aunque siempre es mejor implementar medidas de prevención y evitar que sucedan, cuando alguien es víctima de un hostigamiento, un acto de discriminación o de comportamientos indebidos de carácter sexual (abundan los casos de mujeres, por ejemplo, que son molestadas, perseguidas, forzadas por compañeros, jefes o directivos y hasta amenazadas para que accedan a realizar prácticas sexuales a cambio de que no les llegue el telegrama de despido) es imprescindible que se haga la denuncia correspondiente, se le ponga freno a la situación, se hagan valer los derechos de las víctimas y, de probarse un delito o una falta grave, se castigue los culpables.