El vocablo griego aithḗr llegó al latín como aether, que en nuestro idioma derivó en éter. El término tiene varios usos de acuerdo al contexto.
En el terreno de la química, se llama éter a un compuesto que está formado por el vínculo de dos moléculas de alcohol, que pierden una molécula de agua. Los éteres no reaccionan con facilidad y son bastante estables.
Por lo general los éteres se utilizan en la fabricación de pegamentos, como disolventes de sustancias orgánicas, en la elaboración de venenos o incluso como antiinflamatorios de uso externo.
El éter etílico y el éter de petróleo
El éter etílico, por ejemplo, es un líquido que carece de color, tiene un punto de ebullición bajo, su sabor es ardiente y acre, y se inflama con facilidad. Se emplea en la producción de explosivos y como disolvente de grasas, por citar dos de sus usos.
Otro nombre por el cual se conoce el éter etílico es dietiléter. Posee una densidad de 763 kilogramos por metro cúbico, lo cual lo convierte en una sustancia más ligera que el agua, aunque su vapor supera al aire en densidad, alcanzando los 2,56 kilogramos por metro cúbico. Basta tocar éter etílico con una mano para llevarlo al hervor, ya que tan sólo necesita alcanzar los 34,5 °C; para solidificarse, por otro lado, debe descender a -116 °C.
Además de grasas, el éter etílico es muy eficaz para disolver fósforos y azufre, entre otras sustancias. Algunos estudios indican que el primero en descubrirlo fue Raimundo Lulio, un alquimista que vivió desde mediados del siglo XIII hasta principios del XIV en la Ciudad de Mallorca, aunque no se han encontrado suficientes evidencias para apoyar este dato.
El éter de petróleo, por otra parte, es una mezcla de distintos compuestos volátiles que son muy inflamables. También llamado bencina, este éter suele ser generado en las refinerías como parte del destilado del petróleo.
Los aportes de Valerius Cordus y Paracelsus
La primera persona en haberlo sintetizado, por otra parte, fue Valerius Cordus, casi dos siglos más tarde, y le dio el nombre de «aceite dulce de vitriolo» porque su descubrimiento había tenido lugar tras destilar etanol y aceite de vitriolo (nombre que recibía por aquel entonces el ácido sulfúrico, ya que se generaba usando este material como base). Cordus observó en el éter etílico ciertas propiedades medicinales que incluso al día de hoy se consideran válidas.
También en esa época, Paracelsus (nombre por el que se conocía al médico y astrólogo suizo Theophrastus Bombastus von Hohenheim) descubrió que el éter etílico tenía algunas propiedades analgésicas. Cabe mencionar que recién en el año 1730 el químico inglés August Sigmund Frobenius lo bautizó «éter». A partir del año 1842 y gracias al trabajo del cirujano norteamericano Crawford Williamson Long, el éter etílico comenzó a ser usado como anestésico general.
El éter, un supuesto fluido invisible
En la antigüedad, la física utilizaba la noción de éter para nombrar a un supuesto fluido invisible que, en teoría, llenaba el espacio y transmitía diversas formas de energía a través de vibraciones. Con el desarrollo de la ciencia, la existencia del éter fue descartada.
Los científicos Edward Morley y Albert Abraham Michelson realizaron experimentos que fueron muy importantes para dejar de considerar el éter como una sustancia de existencia real. La teoría de relatividad especial que propuso Albert Einstein también contribuyó en el mismo sentido.
El lenguaje poético, por otro lado, apela al término éter para nombrar a aquello inmaterial que rodea al planeta Tierra. En el terreno de la radiofonía, se le suele decir éter al espacio en el cual se trasladan las ondas.
Una escuela de comunicación
ETER, por último, es una escuela de comunicación de Argentina.
Esta institución dicta carreras y ofrece cursos que permiten formarse en locución, periodismo, operación técnica y otras especialidades.