En sus orígenes, el imperialismo estaba asociado a un expansionismo territorial.
El imperialismo es la doctrina, conducta, tendencia o sistema de aquellos regímenes que desean expandir su dominio hacia otro u otros territorios a través de la fuerza (tanto militar como política o económica).
Un Estado imperialista, por lo tanto, desea imponerse sobre otros países y ejercer su control. Se trata de naciones que tienen una gran fuerza y que no dudan en utilizarla, ya sea de manera directa o indirecta, sobre los más débiles.
El origen etimológico de imperialismo se encuentra en el latín y es fruto de la unión de tres elementos claramente diferenciados: el prefijo in que puede traducirse como «hacia dentro»; el verbo parare que significa «ordenar»; y finalmente el sufijo –ismo que equivale a «doctrina».
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ResumenEl concepto moderno de imperialismo
El concepto moderno de imperialismo surgió a partir del siglo XIX para nombrar al proceso de crecimiento económico llevado adelante por las potencias europeas. Estos países comenzaron a conquistar tierras y a crear colonias en diversos continentes con la intención de acceder a las materias primas y de encontrar nuevos mercados para sus productos.
Como decíamos, la búsqueda por parte de las distintas potencias de materias primas para continuar con su crecimiento en pleno avance de la Revolución industrial fue, según los historiadores, la principal razón que dio lugar al fenómeno del imperialismo. Entre los países que más lo ejercieron se destaca Gran Bretaña, que se situó al frente del mismo y consiguió tanto tener colonias como anexionar territorios en lugares como Asia o África.
A fines del siglo XIX, la noción empezó a usarse para hacer referencia al dominio económico que ejercen los poderosos sobre los países más pobres. Este imperialismo, por lo general, no requiere el uso de la fuerza bélica, sino que se concreta a través de presiones políticas y económicas que generan una hegemonía a favor de la potencia. Por ejemplo: una potencia se compromete a prestar dinero a un país periférico siempre que éste dicte leyes favorables a sus empresas.
El imperialismo puede desarrollarse mediante una intervención militar.
El colonialismo
El colonialismo se desarrolla cuando un país concreta la dominación y explotación de un territorio extranjero, que se convierte en su colonia. Con la colonización, el invasor logra la apropiación y explotación de recursos del conquistado y somete a su población de distintas maneras.
A partir de 1870, con la Segunda Revolución industrial, la transformación económica y social de Europa llevó a las potencias a la conquista de regiones más allá de los límites del continente. Este proceso está asociado al propio desarrollo del capitalismo.
La dominación por la fuerza de los territorios coloniales se vincula a la idea tradicional de imperialismo. Cuando se trata de una situación de imperialismo cultural y económico que se vale una élite local para ejercer un control que no es directo, se apela a la noción de neocolonialismo.
Con el neocolonialismo, no hay una anexión territorial. A través de los medios de comunicación, la propaganda, las acciones económicas y otros mecanismos y recursos, la potencia limita o anula la autonomía del otro país, donde se suele incrementar la pobreza.
Es interesante, dado los diferentes tipos de imperialismo, distinguir entre el poder duro y el poder blando. Estos conceptos se emplean en el ámbito de las relaciones internacionales y la política exterior para hacer referencia al modo en que un actor político incide en las acciones de otro. El poder duro o hard power funciona por coerción, ya sea militar o económica; el poder blando o soft power, en cambio, recurre a la cultura y la diplomacia.
Con la globalización, el comercio internacional puede erigirse como una herramienta del imperialismo.
Justificación del imperialismo
El imperialismo intenta justificarse por diversas causas: desde demográficas (la intención de incrementar la superficie de la nación) hasta económicas (para satisfacer las necesidades propias), pasando por motivos propios de la ciencia (como el deseo de investigar en otros territorios).
Y todas ellas sin olvidar tampoco que existen otras causas de gran importancia como pueden ser las técnico-políticas y las estratégicas. Es decir, el imperialismo se fue desarrollando y extendiendo también porque los gobernantes necesitan nuevos territorios para olvidar la pérdida de otros, para contar con puntos estratégicos en sus rutas comerciales y también para poseer enclaves que les sirvieran para desarrollar una importante defensa desde un punto de vista militar.
El imperialismo estadounidense bajo el mandato de George W. Bush, por ejemplo, trató de justificarse con motivos políticos (mejorar la seguridad) y religiosos (enfrentar al Eje del Mal) que derivaron en la guerra de Irak y en otras campañas bélicas.
Entre las consecuencias más importantes del fenómeno que nos ocupa hay que destacar la pérdida de valores tradicionales culturales del dominado, un proceso de proletarización en la sociedad de los territorios conquistados y la destrucción de ecosistemas naturales.
Los efectos de la globalización
Los efectos de la globalización son notorios en el imperialismo del siglo XXI. Las invasiones territoriales ya no son tan frecuentes, aunque la dominación se sigue ejerciendo por medios económicos y culturales.
La globalización establece una mayor interdependencia entre los países. Frente a la desigualdad económica que existe, esas relaciones benefician a los poderosos, que pueden imponer sus intereses y dominar sin usar, por lo general, la violencia directa.
En esta etapa de la historia del imperialismo, suele hablarse de capitalismo tardío, donde la acumulación de capital está centralizada y la producción, internacionalizada. La colonización ahora es sobre todo económica, política y cultural.
Para los analistas con ideología de izquierda, el neoliberalismo es una doctrina de la economía política que favorece el imperialismo. A través del impulso del libre mercado y del funcionamiento de organismos como el FMI y el Banco Mundial, se termina sometiendo a los países más pobres, los cuales evidencian un incremento de su dependencia económica y pierden poder de decisión a nivel político. El FMI, de hecho, puede terminar definiendo la política económica de la nación ya que impone sus condiciones para otorgar créditos o negociar una deuda.
Por supuesto, esa subyugación y ese balance de poder no son aceptados por todos los sectores. Hay movimientos anticolonialistas y movimientos independentistas que llaman a rebelarse contra el imperialismo y a forzar un cambio de condiciones.
