La Internet de las cosas (IoT) es el conjunto de los dispositivos inteligentes que pueden conectarse a una red para transmitir y recibir datos, lo que les permite funcionar de modo automático y brindar información a los usuarios. Estos artefactos están equipados con redes de sensores, programas informáticos y otros recursos que hacen posible la interconectividad.
Cabe destacar que, en lengua inglesa, se habla de Internet of Things. De dicha expresión proviene la sigla ioT, que también suele utilizarse en nuestro idioma.
En la actualidad, además de las computadoras (ordenadores) y los teléfonos, pueden conectarse a la Web desde los automóviles hasta las heladeras (neveras o frigoríficos), pasando por lavarropas (lavadoras), implementos de iluminación, juguetes y muchos otros productos. Estos objetos, a través de su conexión y de sus capacidades tecnológicas, recopilan, transmiten y procesan datos, dando lugar a la Internet de las cosas.
Concepto de Internet de las cosas (IoT)
El concepto de Internet de las cosas ha ido cambiando con el tiempo. No existe una definición precisa e inequívoca, ya que los expertos tienen diferentes miradas al respecto.
En un primer lugar, hay que considerar que la noción de Internet de las cosas puede referirse a objetos con conexión a una red diferente a Internet, lo cual implica que la denominación no resulta del todo adecuada.
Por otra parte, puede indicarse que a fines de la década de 1990 comenzaron a investigarse las posibilidades de comunicación entre dispositivos, sin que un ser humano inicie y administre el proceso. La idea de Internet de las cosas, en este marco, se vincula a que la información que intercambian los objetos no surge de una instrucción escrita por una persona.
Las cosas, en definitiva, reciben y transmiten datos desde y hacia otras cosas. Las conexiones se llevan a cabo vía conectividad inalámbrica gracias a WiFi, una red 5G, Bluetooth u otros estándares y protocolos de comunicación.
Se estima que ya son más de 10.000 millones los objetos que integran la Internet de las cosas. La cantidad de datos que intercambian cada día es inmensa.
Nociones relacionadas
Existen varias nociones que se vinculan a la Internet de las cosas. Una de ellas es big data, que alude a una enorme cantidad de información que solamente puede procesarse con herramientas digitales.
Dicho análisis de datos suele hacerse mediante la inteligencia artificial (IA). Así se llama a la capacidad de ciertos sistemas de ejecutar tareas complejas sin intervención humana. Un aspecto importante de la IA es el machine learning: la facultad de los sistemas de optimizar su rendimiento y aprender de los datos que obtienen y procesan.
La Internet de las cosas, por otra parte, recurre a la computación en la nube para buscar y almacenar datos. Esto supone que los datos, al igual que las aplicaciones, se encuentran disponibles en la Web y no se almacenan en el dispositivo, posibilitándose de este modo un acceso remoto e inalámbrico desde cualquier parte.
En el mundo de las empresas, la combinación de la Internet de las cosas con otras soluciones que favorecen la automatización, la interconectividad y el análisis de datos dan lugar al desarrollo de la denominada Industria 4.0. Bajo este nombre se hace referencia a un nuevo de modo de producción y de gestión corporativa, que incluye también los beneficios que aportan la impresión 3D y la robótica.
Funcionamiento de la Internet de las cosas (IoT)
El funcionamiento de la Internet de las cosas se basa en cuatro pasos principales:
- Obtención de los datos: Dicha captura se realiza mediante los sensores.
- Transmisión de los datos: Los dispositivos se encargan de enviar los datos a otro dispositivo, a un sistema o a la nube.
- Procesamiento de los datos: Los datos son procesados por un software para generar una acción.
- Actuación a partir de los datos: El análisis de los datos ofrece información de utilidad para la toma de decisiones.
Sus aplicaciones
La Internet de las cosas se aplica en múltiples lugares y ámbitos. Las ciudades inteligentes, por ejemplo, se basan en el uso de tecnología para optimizar infraestructuras y mejorar la urbanización en general. El monitoreo en tiempo real de la contaminación, el control del nivel de agua de un río y la gestión eficiente de los lugares disponibles para estacionar son algunas de las posibles medidas.
Una casa inteligente, por su parte, puede administrarse a distancia gracias a asistentes virtuales o incluso automáticamente en lo que refiere a la climatización y la iluminación, por mencionar dos posibilidades.
Los automóviles modernos, en tanto, constituyen el mejor ejemplo de la utilidad de la Internet de las cosas. Estos vehículos disponen de cámaras y sensores que reducen el riesgo de colisiones y ayudan a estacionar. Además cuentan con sistemas para la planificación de rutas y registran información (kilómetros recorridos, averías, etc.) que luego suministran al conductor.
Un próximo paso de la Internet de las cosas relacionado con el transporte son los coches autónomos, que ya empiezan a verse en algunos países. El sistema de posicionamiento global, la visión artificial y distintos tipos de sensores están entre las tecnologías que emplean para circular.