El término ismo se emplea para nombrar a una corriente filosófica, literaria o artística, sobre todo cuando es efímera. Por lo general los ismos son movimientos de vanguardia que se caracterizan por la innovación o su condición experimental.
Un ismo cuestiona el statu quo y busca trascender los límites aceptados. Es habitual que contradiga los dogmas y que intente conmover o provocar un impacto. El dadaísmo, el futurismo, el surrealismo, el cubismo y el ultraísmo son algunos de los ismos más conocidos.
El ismo como corriente
La denominación de una corriente es un fenómeno que se puede dar de varias maneras, tanto por quienes promueven las ideas que los caracterizan como por terceros, de forma contemporánea o incluso un tiempo después de su desaparición. En el caso de las corrientes filosóficas, se entienden como una agrupación de filósofos llevada a cabo con motivos didácticos, para poder clasificar su trabajo, tomando en cuenta los rasgos que tienen en común su forma de pensar o actuar con respecto a las cuestiones filosóficas.
Como se puede advertir, estos movimientos adquieren su denominación a partir del sufijo que permite formar los nombres. Ismo, por lo tanto, es un sufijo que sirve para la construcción de diversos sustantivos.
Un sufijo con múltiples usos
Con el sufijo -ismo se pueden crear sustantivos que aluden a movimientos, escuelas o doctrinas. Podemos hallar ejemplos como capitalismo, socialismo y liberalismo, además de los mencionados ismos vinculados a las vanguardias artísticas.
El sufijo -ismo además sirve para el desarrollo de sustantivos que hacen alusión a deportes: atletismo, piragüismo, submarinismo, culturismo.
Los sustantivos que significan cualidad o actitud, en tanto, también se forman mediante el sufijo -ismo. En este marco podemos encontrar conceptos como conservadurismo, egoísmo o maniqueísmo.
Los términos científicos, por último, se crean con el sufijo -ismo. Entre esta clase de palabras aparecen astigmatismo y paludismo.
Ismos con poco en común
“El socialismo le ha hecho mucho daño a esta nación”, “Usain Bolt es una de las grandes figuras históricas del atletismo”, “Estoy harta del egoísmo de mi hermana” y “En el último mes se registraron más de una veintena de casos de paludismo en la región” son algunas oraciones elaboradas con sustantivos que llevan el prefijo -ismo.
Esta amplitud que caracteriza el sufijo -ismo puede dar lugar a confusiones, en especial si intentamos encontrar una connotación común a todos los términos que lo llevan. Tomemos tres ejemplos que a simple vista no se parecen en absoluto: astigmatismo, veganismo y racismo. El primero es un problema refractivo que se genera cuando la capa del ojo conocida como córnea no tiene la misma curvatura en toda su superficie; el segundo representa la convicción de que todos los seres vivos tenemos los mismos derechos y de que nadie debería ser explotado; el tercero es una ideología según la cual una raza debe ser considerada superior a las demás.
Istmo, un concepto diferente
Es importante no confundir este término y el sufijo que también puede representar con istmo, una palabra que sirve para definir la franja de tierra de poca amplitud que conecta dos zonas de mayores dimensiones por medio del mar. Por lo general, el istmo se encuentra entre dos orillas. Dado que es el único espacio de tierra que une ambos lados del mar, tiene un valor estratégico muy alto para el ejército y para el comercio.
¿Por qué podríamos confundir estos dos términos? Si bien su escritura es diferente, es muy común en la mayoría de los acentos de nuestra lengua suavizar o incluso pasar por alto los sonidos de ciertas consonantes en el habla cotidiana; la T después de la S en un caso como éste, donde le sigue una M, puede resultar especialmente difícil de pronunciar, sobre todo en medio de otras palabras.