El primer paso que vamos a dar en esta definición de miastenia es conocer su origen etimológico. Así, podemos determinar que deriva del griego, concretamente es el resultado de la suma de estos componentes léxicos:
-El término “mys, myos”, que puede traducirse como “músculo”.
-El vocablo “astenia”, que significa “sin fuerza”.
Se denomina miastenia a la debilidad de los músculos. Un músculo, en tanto, es un órgano formado mayormente por fibras contráctiles.
La miastenia grave, también llamada miastenia gravis, es una enfermedad autoinmune: es decir, provocada por un fallo del sistema inmunitario. En este caso, el sistema inmune produce anticuerpos que bloquean y modifican las señales nerviosas que deben llegar a los músculos esqueléticos.
Con la miastenia grave, de este modo, la persona sufre el debilitamiento de ciertos músculos voluntarios. El trastorno puede afectar a los músculos de la masticación y del habla; a aquellos que controlan los párpados y el movimiento ocular; o a los que se vinculan con la respiración, por ejemplo.
Por lo general la miastenia grave se inicia con una pérdida de fuerzas que se revierte con el descanso. Sin embargo, una vez que el afectado retoma la actividad física, reaparece. De este modo, la miastenia gravis se hace presente cada vez que el sujeto está activo.
Además de los síntomas ya citados, no hay que pasar por alto otros que van asociados a la miastenia grave. Nos estamos refiriendo tanto a dificultades para pronunciar o articular palabras como al cansancio de piernas y brazos e incluso a la dificultad para poder gesticular.
Asimismo, es interesante conocer que la miastenia es más habitual en mujeres y, concretamente, en las que tienen edades comprendidas entre los 20 y los 40 años. No obstante, también es frecuente en hombres que han superado la barrera de los 60 años.
Una crisis miasténica es una situación de riesgo donde la debilidad muscular se exacerba. Puede aparecer asociada a una insuficiencia respiratoria que amenaza la vida del paciente.
Es importante tener en cuenta que la miastenia grave puede tratarse con fármacos que reducen la producción de anticuerpos anormales y que facilitan la comunicación entre los nervios y los músculos. El individuo además debe recibir apoyo psicológico ya que la dificultad para ejecutar accionar cotidianas resulta frustrante.
Además de la ya citada, existen otras clases de miastenia, entre las que sobresalen las siguientes:
-Miastenia grávis ocular. Esta también es conocida como MG ocular y se caracteriza porque la debilidad se produce en los músculos extraoculares y también en lo que son los párpados.
-Miastenia neonatal, que es la que se produce en recién nacidos cuyas madres tienen miastenia. Lo habitual es que esa vaya desapareciendo de forma progresiva durante el primer año de vida del pequeño.
-Miastenia congénita, que también responde al nombre de SMC. Hay que establecer que es una enfermedad de las llamadas raras y se hereda.
Los síndromes miasténicos congénitos, por otra parte, son un conjunto variado de enfermedades de origen genético. Como en el caso de la miastenia grave, se deben a un trastorno en la transmisión neuromuscular.