
La propiedad industrial protege activos intangibles.
La propiedad industrial es el derecho que reconoce exclusividad en la explotación, por un periodo determinado, de diseños, patentes, marcas y nombres comerciales. Gracias a esta potestad, el titular puede controlar la gestión y la utilización de su creación, obteniendo los beneficios económicos asociados.
Lo que hace la propiedad industrial es conceder una potestad exclusiva a quien ostenta el derecho para que pueda proteger y usufructuar sus invenciones o signos distintivos durante un cierto tiempo. Así la ley lo resguarda ante eventuales copias que carezcan de autorización, además de evitar la competencia desleal e incentivar la innovación tecnológica.
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ResumenSu historia
Los orígenes de la propiedad industrial se remontan al siglo XIV en el continente europeo. Por entonces, comenzaron a otorgarse permisos exclusivos de explotación de creaciones y procedimientos en lugares como la República de Venecia y la República de Florencia, buscando propiciar la transferencia tecnológica y el impulso de nuevas técnicas y pretendiendo atraer a los individuos más creativos e innovadores.
En Venecia, por ejemplo, se entregaron licencias y privilegios a artesanos extranjeros para que se radicaran en su territorio y desarrollaran sus invenciones allí. Así, en 1416 se otorgó un derecho de exclusión por cinco décadas a Franciscus Petri para llevar adelante la creación de un dispositivo que transformara el algodón en fieltro. Esto implicaba que Petri podía oponerse a quienes pretendían trabajar en esa línea.
No obstante, suele considerarse que la primera patente concedida fue dada al orfebre, escultor y arquitecto italiano Filippo Brunelleschi en 1421. Este hombre obtuvo de parte de las autoridades de Florencia el derecho de fabricar y de utilizar durante tres años una embarcación diseñada por él para el transporte de cargas de gran peso por vía fluvial. Brunelleschi ideó dicho barco para resolver el traslado del mármol que requería para desarrollar la cúpula de la Catedral de Florencia. Finalmente, Brunelleschi logró construir la nave en cuestión en 1427.
Los historiadores marcan, asimismo, que la propiedad industrial dio un gran paso en 1474 cuando en Venecia se creó un estatuto de patentes. Esta disposición establecía la obligación de registrar las creaciones ante un organismo gubernamental que protegía al inventor durante diez años, estableciendo sanciones para quienes copiaran su diseño o elaboraran algo semejante sin su autorización. Este sistema fue expandiéndose por Europa y luego por el resto del mundo hasta llegar al modelo de propiedad industrial vigente en la actualidad.

La propiedad industrial fomenta la innovación empresarial.
Características de la propiedad industrial
Los derechos de exclusividad sobre la propiedad industrial permiten que el inventor pueda aprovechar su creación con fines comerciales o explotarla a nivel industrial de la manera en que desee. Esta titularidad lo protege de la imitación, la falsificación, la piratería y la confusión de marcas: la ley lo reconoce como el creador original e impide que otros se apropien del fruto de su creatividad.
Esta propiedad comercial a través del registro de patentes o el registro de marcas, por otra parte, funciona como un activo intangible. El diseño industrial y el nombre comercial pueden ser licenciados o vendidos si el titular del derecho así lo decide. Dicho activo también supone un valor para una compañía, con lo cual el mecanismo que confiere estos derechos (a través de una patente de invención, una patente de procedimiento, una patente de producto, etc.) incentiva la inversión corporativa en I+D.
Para el comprador o el usuario, además, el régimen de propiedad industrial aporta confiabilidad. El cliente o consumidor tiene acceso a datos sobre el origen y las características del producto.

Un abogado de propiedad industrial asiste a su cliente en litigios de patentes.
La protección
Para proteger una invención, es necesario proceder a su registro en el ente correspondiente al país o la región, como la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO), el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) de Argentina o la Oficina Europea de Patentes (EPO). Estos organismos son los encargados de conceder los derechos de exclusividad, que no tienen una duración ilimitada sino que se extienden durante un lapso preestablecido. No obstante, se suele contemplar la renovación de la exclusividad de las marcas comerciales por nuevos períodos, no así generalmente de las patentes.
La base de la propiedad industrial es el principio conocido como ius prohibendi. Dicho concepto implica que el titular del derecho puede exigir el pago de una regalía (royalty) para el uso o la explotación de su invención. Debe considerarse que el permiso que se genera con dicho pago tiene límites y se agota de acuerdo al alcance fijado.
Se entiende que una patente es un monopolio de explotación. Existen requisitos para lograr la patente, vinculados a la materia de la creación, su utilidad práctica o industrial y su carácter novedoso. Es decir, no se puede patentar algo ya creado por otra persona ni que no puede plasmarse en algo concreto.
Es interesante mencionar la existencia de otro recurso que va más allá del derecho de patentes: los modelos de utilidad. Esta herramienta de propiedad industrial forma parte de ciertas normativas legales para proteger invenciones de menor complejidad o con un potencial de comercialización más acotado. Cuando la actividad inventiva no cumple los requisitos de patentabilidad habituales, su protección se puede enmarcar en estos casos en el modelo de utilidad.
Cooperación internacional en la propiedad industrial
Resulta importante señalar la existencia del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT), un mecanismo de carácter internacional que permite el registro de patentes en diversos países a través de una única solicitud. Este sistema, cuya gestión corre por cuenta de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI/WIPO), hace que este trámite sea equivalente a la presentación de múltiples solicitudes en diferentes naciones.
El PCT logra que la solicitud genere los mismos efectos jurídicos que la tramitación individual en cada país. De esta forma se simplifican los procesos y se aplaza el pago de tasas.
Debe considerarse también que, desde hace muchos años, existen instrumentos como el Convenio de París, el Arreglo de Madrid y el Arreglo de Lisboa que establecen pautas en común y convenios para la gestión y la protección internacional de la propiedad industrial.

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