
La psicología social comenzó a desarrollarse en los inicios del siglo XX.
La psicología social es una disciplina que comenzó a ser desarrollada a principios del siglo XX en territorio estadounidense. Se trata de una rama de la psicología que gira en torno al supuesto de que hay procesos de índole psicológica que determinan el modo en que funciona la sociedad y la manera en la que tiene lugar la interacción social. Estos procesos sociales son los que delinean las características de la psicología humana.
La psicología social examina la determinación mutua entre un individuo y su entorno social. Así, esta ciencia investiga los rasgos sociales del comportamiento y el funcionamiento mental.

El padre de la psicología social
El padre de la psicología social es el sociólogo francés Auguste Comte, de acuerdo a la gran mayoría de expertos y estudiosos. Una figura que, entre otras cosas, planteó lo que se dio en llamar moral positiva y que se centraba tanto en lo que era el papel del hombre en la sociedad y en la cultura como en los fundamentos biológicos del mismo en materia de conducta.
No obstante, también se establece en esa categoría de antecedente y pionero de esta disciplina que nos ocupa a Karl Marx, un intelectual alemán que planteó una serie de elementos que luego serían fundamentales en la psicología social. En concreto, desarrolló conceptos referentes a las influencias que el individuo tiene tanto de tipo cultural como institucional, material o técnico.
A todo ello podemos añadir a otros tres pensadores que se consideran constructores de la psicología social: los estadounidenses George H. Mead, Floyd Henry Allport y Kurt Lewin (quien era polaco pero acabó nacionalizándose norteamericano).

La psicología social puede abordarse desde distintos enfoques.
Los aportes de Kurt Lewin
Lewin se destaca por ser el fundador de la llamada psicología social moderna, por contribuir de manera palpable y notable al desarrollo de la psicología de la Gestalt (corriente de la psicología moderna) y por crear lo que se conoce con el nombre de teoría de campo.
Esta última teoría expone, entre otras cosas, que es algo imposible el intentar conocer y entender el comportamiento del hombre fuera de su entorno.
Diferentes abordajes en la psicología social
Pueden mencionarse diferentes abordajes dentro de la psicología social, como el psicoanálisis, el conductismo, la psicología posmoderna y la perspectiva de los grupos.
El psicoanálisis entiende a la psicología social como la rama que examina las pulsiones y represiones colectivas, que tienen su origen en el interior del inconsciente individual para condicionar lo colectivo e influir en lo social.
El conductismo, por su parte, considera a la psicología social como el estudio de la influencia social, por lo que centra sus esfuerzos en observar y analizar el comportamiento del sujeto respecto a la influencia del entorno o de otros.
Para la psicología posmoderna, en cambio, la psicología social se encarga de analizar los componentes que intervienen en la diversidad y la fragmentación social.
Por último, según la perspectiva de los grupos, cada conjunto de individuos constituye una unidad de análisis con identidad propia. Por lo tanto, la psicología social estudia los grupos humanos como un punto intermedio entre lo social y despersonalizado y entre lo individual y particular.
Palabra de experto
El colombiano Diego Londoño es periodista, comunicador social y psicólogo, contando con un magíster en Psicología Social por la Universidad Pontificia Bolivariana. Tiene una amplia experiencia como docente, reportero, columnista y comentarista deportivo y ha coordinado iniciativas como «Hinchas por la Paz» y «Deporte y Convivencia».
– ¿Cuáles son los fenómenos más notorios que actualmente pueden advertirse desde la psicología social?
Pese a la emergencia de tantos espacios de interacción virtual la libertad de expresión es cada vez más relativa. Se establecieron unos repertorios discursivos muy estrechos y resulta complejo salirse de allí, con lo que aquellas ideas que riñen con lo esperable son sepultadas, poco dichas abiertamente. Se delinearon unos marcos expresivos mucho más reducidos: si te asumes de izquierda o de derecha, dentro de esa clasificación clásica, se dictan unos postulados de lo que se vale decir (no necesariamente pensar, por supuesto, aunque sean procesos asociados) y se trituran las paradojas y lo que, en teoría, no encaje dentro de la posición que más se aproxime a la corriente asumida. En ese sentido, los matices resultan aplastados.
De otro lado, se da una profunda revitalización de discursos tradicionales sobre los roles y características de género bajo denominaciones como energía masculina y energía femenina. Así se moldean expectativas en las relaciones de pareja y se presiona a ubicarse dentro de los marcos de lo deseable según esos criterios. La presión para acomodarse a esos preceptos resulta bárbara y no siempre fácil de eludir.
La lucha de los discursos deterministas, incluso con fiereza y extremismo, contra los planteamientos de base relativista y fenomenológica amparados por el posicionamiento de los discursos de base positivista, incluidos los de las neurociencias, en detrimento de la comprensión singular de las situaciones y sujetos.
Toman fuerza fáctica expresiones de exclusión, segregación, odio e incluso estigmatización que recaen sobre lo que escapa de los parámetros de normalidad vigentes.
Diego Londoño
– ¿De qué modo la psicología social puede contribuir a la paz o la armonía en una comunidad?
La psicología social aplicada tendría la posibilidad de cuestionar los esencialismos, las miradas hegemónicas de las realidades que se asocian con fenómenos complejos como la segregación y ofrecer, en contraposición, otras maneras de asumir la otredad. En términos prácticos, establecer espacios de interacción que abran la mirada más allá de la concepción estereotipada del otro, encuentros donde, a través de algún facilitador o acompañante, se puedan explorar puntos de convergencia sin que se pretenda eliminar las diferencias. Más bien matizar al otro como un opuesto absoluto y ver, además, potenciales puntos de encuentro.
De otro lado, poner a circular posiciones que suavicen la tendencia contemporánea a la radicalización o polarización.
Diego Londoño
– ¿Por qué crees que hay tanta violencia en las redes sociales? ¿Cuál es tu mirada al respecto como psicólogo social y comunicador?
La virtualidad propicia una especie de despersonalización, donde es un “perfil” el que expone, argumenta o controvierte y no un ser humano, por más que haya uno detrás del personaje construido para moverse en ese entorno digital. En ese sentido, se tiende a expresar, con menor filtro y mayor vehemencia, las posturas críticas con respecto a temas controversiales; como si se tratase de un escenario donde interactúan representaciones anexas a las personas y no personas que interactúan en plataformas.
Comunicacionalmente hablando, se dio una apertura, que algunos la llaman democratización, de los habitualmente nombrados emisores: las redes sociales virtuales dieron espacio a personas y discursos antes excluidos de esa élite concretada en los medios masivos tradicionales.
Expresiones antes vedadas ahora aparecen con mayor libertad en espacios visibles para una gran masa de espectadores, dando la sensación de que la violencia verbal se incrementó cuando pudiese tratarse, más bien, de haber encontrado un mayor eco y visibilización. Los medios masivos de comunicación solían estar condicionados por la corrección política y el cuidado de su imagen pública, duramente castigada cuando se daba alguna opción de interpretar que hacían apología de la violencia, aunque pudiesen instrumentarlizarla en términos de ganar audiencia y rentabilidad en concepto de pauta publicitaria.
Diego Londoño