La rentabilidad financiera es el beneficio que se obtiene mediante ciertos recursos en un periodo temporal determinado. El concepto, también conocido como ROE por la expresión inglesa return on equity, suele referirse a las utilidades que reciben los inversionistas.
Cabe destacar que la rentabilidad es una condición de aquello que es rentable: es decir, que genera renta (provecho, utilidad, ganancia o beneficio). Financiero, por su parte, es lo que se asocia a las finanzas (vinculadas a los caudales o el dinero).
Cálculo de la rentabilidad financiera
Lo que hace la rentabilidad financiera, en definitiva, es reflejar el rendimiento de las inversiones. Para calcularla, suelen dividirse los resultados obtenidos por los recursos o fondos propios que se emplearon: Resultado neto / Fondos propios a su estado neto. Pero esta ecuación puede tener otros numeradores, como se aprecia a continuación:
- Resultado antes de impuestos: con el objetivo de efectuar la medición del rendimiento de los fondos propios de manera independiente del impuesto de sociedades.
- Resultado de las actividades ordinarias: de forma que sea posible prescindir del efecto que causan los resultados extraordinarios y el impuesto sobre sociedades.
- Resultado previo a la deducción de provisiones y amortizaciones: ya que no resulta fácil estimar dichos costes y pueden llegar a distorsionar el resultado real.
- Resultado de explotación habiendo deducido tanto los impuestos directos como los intereses de la deuda.
Veamos un ejemplo simplificado. Supongamos que una persona invierte 10.000 dólares en acciones y, al cabo de un año, las vende logrando una ganancia de 2.000 dólares. De acuerdo a la ecuación mencionada, la rentabilidad financiera de su inversión fue del 20%.
Beneficios y recursos
El cálculo de la rentabilidad financiera, por lo tanto, variará de acuerdo a cómo se entiendan los conceptos de beneficios y recursos. Las utilidades pueden medirse antes o después del pago de impuestos, como ya hemos visto, lo que hará cambiar la rentabilidad financiera. Respecto a los recursos, suelen emplearse los fondos propios y no aquellos que el inversor generó a partir de contraer una deuda.
Para todas las empresas y los inversionistas, el objetivo siempre será maximizar la rentabilidad financiera: a mayor rentabilidad, mayores ganancias netas. Si se comparan dos inversiones, la más rentable será aquella que ofrezca una mejor relación entre la ganancia y lo desembolsado.
Otras consideraciones sobre la rentabilidad financiera
Es importante señalar que si la rentabilidad financiera resulta insuficiente, se crea una limitación que bloquea el acceso a fondos propios nuevos por dos caminos: en primer lugar, el bajo nivel indica que los fondos producidos internamente por la compañía son escasos; además, esto puede dar lugar a que ciertas empresas externas se nieguen a brindarle servicios de financiación, por miedo a que no pueda hacer frente a sus deudas.
Dicho esto, se entiende que la rentabilidad financiera debería ser acorde a lo que el inversor puede percibir en el mercado más un valor que lo proteja de potenciales riesgos propios de su papel como accionista. A pesar de esto, es importante subrayar que la rentabilidad financiera se refiere principalmente a la empresa y no a los accionistas, a pesar de que los fondos propios sí representen su participación.
En primer lugar, si pretendiéramos que la rentabilidad financiera se refiriese a los accionistas, el cálculo debería incluir algunas magnitudes en el numerador (donde hasta el momento se encuentra, por ejemplo, el resultado neto), como dividendos, beneficio distribuible y variación de las cotizaciones; en el denominador, por otra parte, también sería necesario tomar en cuenta la inversión correspondiente a la remuneración.
Por lo tanto, el concepto de rentabilidad financiera contempla la estructura de una compañía desde el punto de vista financiero, tomando en cuenta sus inversiones y los resultados de sus operaciones, pero también los factores que se incluyen en la rentabilidad económica.