Timidez es la característica que presenta alguien que suele ser antisociable y poco demostrativo. Se trata de un rasgo de la personalidad que influye en el comportamiento y condiciona las relaciones interpersonales, además de ponerle un límite al desempeño social del individuo.
Analizando el término desde una perspectiva etimológica, podemos decir que procede del concepto latino timidus, que significa temeroso. En el diccionario de la Real Academia Española se amplía el concepto, expresando que tímida es aquella persona encogida, corta de ánimo y a quien le cuesta muchísimo relacionarse.
Tipos de timidez
Si bien es un término que suele utilizarse cotidianamente es necesario aclarar que existen dos tipos de timidez: la esperable a ciertas edades y situaciones, que no llegan a bloquear al individuo, y la crónica, que impide que la persona se relacione con normalidad. Para superarla, los especialistas recomiendan técnicas de relajación, rechazar las ideas irracionales, concentrarse en los pensamientos no deseados y mostrar una conducta convincente.
Se trata de un sentimiento de impotencia al tener que realizar una determinada acción delante de otra persona, un miedo crónico que procede de una absoluta desconfianza en sí mismo y en los que lo rodean. Se manifiesta como una impresión de inseguridad y vergüenza hacia uno mismo que puede experimentarse frente a un episodio nunca antes atravesado y de alcance social. Esta sensación obstaculiza las conversaciones y los acercamientos en general.
La mirada de los especialistas
El psicólogo Brian G. Gilmartin ha impulsado hace ya tiempo el concepto de timidez amorosa para describir un tipo específico de timidez crónica severa. Quienes la sufren se incomodan en circunstancias informales que involucran a potenciales compañeros románticos o sexuales.
La timidez, asimismo, está vinculada a los conceptos de introversión y extroversión, propuestos por el reconocido médico Carl Gustav Jung. Este psiquiatra y psicólogo, según se cuenta, consideraba la introversión como una actitud basada en la focalización del interés en torno a los procesos internos del sujeto, mientras que la extroversión es la postura contraria. Quienes son tímidos evidencian un predominio de la introversión. Para Jung, la situación ideal es el equilibrio, la flexibilidad para adaptarse al momento y al entorno.
En la timidez se produce un desdoblamiento del individuo: por un lado, el yo observador; por el otro, el yo actor. Este último es el que realiza una acción premeditada, cuyo objetivo es generar una opinión positiva en los que lo escuchan. De este modo el individuo consigue proyectar en los otros el concepto que él mismo tiene de sí mismo de una forma irónica y generalmente amenazante.
Causas y desarrollo de la timidez
La etapa clave en la que aparece la timidez es entre los cinco y los siete años de edad. En ese momento se manifiesta como miedo a uno mismo. Posteriormente, durante la adolescencia, se vuelve un mecanismo sistematizado; esto se debe a que el individuo tiene una mayor consciencia de sí mismo y comienza a actuar en consecuencia para conseguir una imagen favorable entre las personas con las que se relacione. Esta última etapa es primordial para definir el tipo de timidez que tiene la persona; puede ser la normal de un joven que comienza a madurar y a comprender más de su entorno y de su lugar en el mundo, o puede ser una afección crónica que lo lleve a aislarse.
Aquellos padres que no permiten que sus hijos afronten situaciones correspondientes a su edad y los sobreprotegen para evitarles la frustración, el temor o el fracaso, fomentan el desarrollo de la timidez. Del mismo modo, aquellos que los obligan a realizar demostraciones frente a las visitas o que los comparan con sus hermanos, provocándoles vergüenza y frustración. Por último, la falta de comprensión, el sentirse ridículo ante el resto (a causa de burlas o reprimendas que le dañen profundamente) o el no conseguir adaptarse a los cambios propios del paso de la infancia a la adolescencia, también son factores que facilitan el desarrollo de la timidez.
La importancia de los padres
La timidez es un trastorno que, como muchos otros, puede evitarse. Para ello es fundamental que los padres eviten con sus hijos actitudes como:
- Intolerancia: es indispensable dialogar acerca de lo que a ellos les daña o les frustra con total apertura;
- Severidad sistemática: es necesario mostrar flexibilidad en las decisiones y aceptar que se comentan errores;
- Constantes prohibiciones: las constantes prohibiciones fomentan la introversión y atentan contra la sensación de libertad;
- Castigos y humillaciones: los retos violentos o agresión física, sobre todo frente a terceros, fomentan el desprecio por ellos mismos; lo mejor es educar desde el respeto y buscar que el niño comprenda la postura del adulto sin sentirse inferior.
Es importante, por otro lado, recordarles todas las cosas buenas que hacen; esto puede resultar una preciosa forma de ayudarlos a entender cuánto valen y a creer en ellos mismos. Si sus padres no creen en ellos ¿cómo se espera que ellos lo hagan?