Abstemio (del latín abstemius) es quien no bebe líquidos alcohólicos, como vino o licor. El concepto está vinculado a quien opta por la abstinencia (la renuncia voluntaria de satisfacer un apetito o complacer un deseo).
La abstinencia, en general, puede estar vinculada a diversos tipos de renuncias, como ser a mantener relaciones sexuales o a ingerir ciertas comidas. Esta decisión puede surgir por convicciones personales (alguien que se abstiene de comer alimentos de procedencia animal, como ocurre con el veganismo) o por motivos religiosos o culturales (la abstinencia sexual en el caso de la Iglesia católica).
Qué es ser abstemio
El término abstemio, sin embargo, suele referirse a quien no consume bebidas alcohólicas. Existen diversas razones que pueden llevar a una persona a convertirse en abstemia: considerar que el alcohol es un pecado o un camino hacia este, temer que el hecho de beber derive en una adicción (alcoholismo) u observar el daño que causa el alcohol en un ser querido, son algunos de los motivos que explican el por qué de tal decisión.
En un sentido estricto, hay quienes consideran que los abstemios son aquellos que nunca han tomado alcohol en toda la vida. Desde este punto de vista, los sujetos que han decidido dejar de beber en cierto momento o los alcohólicos recuperados no son abstemios.
La consideración social sobre los abstemios es diversa, aunque siempre hay que reconocer que se trata de una decisión personal. Algunos creen que los abstemios son personas temerosas que no creen poder controlarse ante un estímulo como el alcohol, mientras que otros felicitan la fortaleza para tomar una posición semejante y no someterse a la presión de la sociedad.
La presión social
Aquellos que toman la decisión de dejar no beber alcohol, ya sea que nunca lo hayan hecho o que deseen cambiar de gustos, deben enfrentarse a una difícil realidad: la sociedad nos alienta a beber. La cerveza, por ejemplo, es un símbolo de diversión en grupo, de momentos alegres con amigos, de celebración y de adultez, y su alcance es global.
Una persona normal no suele contemplar la posibilidad de que los adultos que lo rodean no beban alcohol. Esto no significa que los abstemios solo encuentren hostilidad; el problema es que no exista un espacio bien definido y respetado para ellos en la estructura social a la cual pertenecemos. En otras palabras: no beber alcohol es sinónimo de ser raro.
Un fenómeno similar se da con los no fumadores, aunque su caso es un tanto diferente. En primer lugar, el tabaco contribuye con la contaminación ambiental de una forma muy particular y directa, y su consumo ha sido prohibido en bares y tiendas de muchas partes del mundo, algo que no ocurre con el alcohol, dado que no resulta dañino a menos que se ingiera en cantidades descomunales.
La mirada al abstemio
Para acentuar aún más el grado de exclusión que supone ser abstemio en la sociedad actual, cuando los medios intentan pintar un cuadro de soledad, muestran a una persona bebiendo en la oscuridad o alumbrado por una triste lámpara. El sistema no permite a los abstemios formar parte de las tendencias de la moda, ni disfrutar de salidas con amigos, pero tampoco les otorga el derecho a estar solos, a no tener a nadie que se preocupe por ellos ni de quien preocuparse; porque el sistema no quiere que existan.
Y es que hace tan solo poco más de una década, en 2010, la recaudación de las cinco empresas de bebidas alcohólicas más importantes del mundo rondaba los 230 millones de dólares. Como en el caso del tabaco, los intereses económicos son más fuertes que los perjuicios que estos productos puedan causar en la población, y cuando una persona decide, por el motivo que sea, hacerse a un lado, declara la guerra a la industria.