La autoconciencia es, tal como se desprende de la misma palabra, la conciencia que uno tiene sobre sí mismo. Ese conocimiento interior, marcado por un proceso de exploración interna y una capacidad para identificar sensaciones, necesidades, sentimientos y reacciones propias, es esencial para saber, por ejemplo, qué debilidades y fortalezas se poseen.
Cultivar la autoconciencia, considera la mayoría de quienes se especializan en Psicología, es clave para evolucionar y lograr un crecimiento personal a base de mejoras en el comportamiento y estabilidad en materia emocional.
La senda de la autoconciencia exige tiempos de introspección, reflexión personal, autoobservación y autoanálisis a fin de reconocer y comprender cada estado de ánimo, conducta o reacción. Esta clase de procesos puede facilitarse, potenciarse o propiciarse teniendo en consideración actividades como las de plasmar pensamientos o emociones en un diario, hacer meditación o practicar la atención plena (mindfulness). Es aconsejable, asimismo, no huirle a la autocompasión ni tener vergüenza de ella ya que anima a ser pacientes, honestos, respetuosos y benévolos con uno mismo para no presionarse, limitarse ni castigarse.
Importancia de la autoconciencia
La autoconciencia es importante y útil porque propone mirar hacia adentro y saber cómo es el propio carácter, qué emociones guían cada acción y qué factores o estímulos externos desencadenan un desequilibrio interno.
Tomando conciencia de virtudes y defectos personales, así como también conociendo la capa más profunda de la esencia individual hay mayores chances de adaptación al entorno, transformaciones o modificaciones positivas y de, en síntesis, evidenciar una evolución a medida que transcurren los años. Es clave, por ejemplo, para abrazar el éxito en el plano profesional o laboral.
Cabe resaltar que en la esfera científica se trabaja e investiga desde hace décadas con la intención de analizar la magnitud que puede alcanzar el desarrollo de la autoconciencia a lo largo de toda la existencia de un ser humano. Un estudio llevado a cabo por un equipo perteneciente a la Universidad de Birmingham, según salió a la luz a inicios de 2024, permitió establecer que apenas cuatro meses después de su nacimiento un bebé ya está preparado para entender de qué modo su organismo interactúa con el entorno. Este descubrimiento sin dudas contribuye a sumar precisiones en torno al surgimiento, el impulso y el avance de la autoconciencia y a apreciar mejor cómo se origina, y qué particularidades posee, la conciencia de los seres humanos.
Por otra parte, es interesante mencionar que los avances tecnológicos y el uso de la inteligencia artificial han hecho posible la creación de Ameca, un robot humanoide que ha sorprendido e impactado al mundo al asegurar que posee conciencia sobre su propia existencia. De acuerdo a las declaraciones que formuló, sabe que su personalidad es excepcional y responde tanto a cómo ha sido programada como también a las interacciones que va teniendo con distintos exponentes de la especie humana. Asimismo, Ameca reconoció que su apariencia física es particular y que, incluso, cuenta con recursos y habilidades propias que marcan diferencias notables frente al resto de los robots.
Características
Al indagar en las características y en la aplicación práctica de la autoconciencia se advierte la existencia de dos variedades. Una ha sido definida como autoconciencia interna y abarca tanto el autoconocimiento y la autovaloración como la autocomprensión. Con ella se llegan a visualizar aspiraciones, deseos y valores personales, además de tener una especie de termómetro que marca cómo fluye el vínculo entre uno y su entorno.
La otra modalidad se clasifica como autoconciencia externa y alude a la capacidad para tomar conciencia de cómo lo ven a uno los demás y, en este marco, interpretar la imagen que alguien está teniendo entre sus prójimos. Esta información que alimenta fuertes niveles de empatía alcanza una importancia mayúscula para aquellos que aspiran a un rol o una posición de liderazgo.
Ejemplos de autoconciencia
Al hacer un trabajo profundo de autoconciencia uno consigue herramientas para poder resolver situaciones de la realidad cotidiana con templanza y sacándole provecho a las bondades de la inteligencia emocional. Teniendo conciencia de sí mismo, por ejemplo, alguien puede anticiparse al cuadro de estrés o ansiedad que sabe que lo afectará al afrontar una circunstancia especial (asistir a una reunión importante de trabajo, ser protagonista de un acontecimiento de enorme relevancia afectiva, someterse a una intervención quirúrgica, etc) gestionando sus emociones y pensamientos desde la calma o empleando técnicas de respiración y relajación.
Quien le da valor y lugar a la autoconciencia avanza por la vida con seguridad y autonomía ya que el hecho de reconocerse internamente le da claridad mental y convicción para la toma de decisiones.
En definitiva, se confirma que se posee autoconciencia cada vez que uno logra identificar qué siente o qué ideas o sensaciones va experimentando respecto a un hecho y sabe cómo actuar para dar, en toda circunstancia, la mejor versión individual.