Avidez es una noción que tiene su origen en ávido. Este adjetivo (ávido), procedente del vocablo latino avĭdus, califica a aquel que es ambicioso o que está deseoso de algo.
Por ejemplo: “Siempre tuve avidez por conocer otros países”, “La avidez de riqueza puede ser saludable, pero no hay que ser codicioso”, “Pese a que el equipo ya ganaba cuatro a cero, el delantero uruguayo siguió mostrando su avidez”.
Puede decirse que la avidez es el ansia que una persona tiene de obtener alguna cosa. Si nos remitimos al primer ejemplo que mencionamos líneas arriba, la avidez es el deseo que el sujeto en cuestión posee de visitar diferentes naciones. En el segundo ejemplo, la avidez se asocia a la ambición de dinero, que puede funcionar como un incentivo para trabajar duro y, a su vez, derivar en conductas condenables desde el punto de vista moral. Por último, el tercer ejemplo está vinculado al apetito de un futbolista que quiere seguir anotando goles más allá de que el triunfo de su conjunto ya haya sido definido.
Características de la avidez
Tener avidez no es positivo o negativo en sí mismo: se trata de una circunstancia o de un estado que puede aprovecharse para el desarrollo de distintas clases de acciones.
La avidez de conocimiento puede hacer que una persona lea mucho, realice talleres o curse una carrera. En este caso, la avidez resulta muy valorable. En cambio, si el deseo de tener mucho dinero lleva a un sujeto a robar o a involucrarse en negocios ilícitos, se podrá sostener que su avidez fue negativa para ella y su entorno.
La lectura es una de las actividades que suelen vincularse con la avidez, cuando existe una gran pasión que no le permite al sujeto despegarse de sus libros favoritos. En este contexto es posible hablar de lector ávido y no debe confundirse con alguien que simplemente sienta gusto por la lectura, sino que se trata de quien no puede vivir sin ella.
El concepto en la medicina
En el ámbito de la medicina, este término también tiene un significado, más precisamente al hablar de toxoplasmosis, una infección que se origina a causa del protozoo parásito endocelular conocido como Toxoplasma gondii. Las manifestaciones clínicas de esta infección presentan una gran variedad y uno de los valores que los médicos deben averiguar para realizar un diagnóstico adecuado es la avidez del anticuerpo; es decir, la fuerza de su unión con epítopos multivalentes, la cual puede llegar a durar varios años.
Medir la avidez del anticuerpo resulta especialmente útil y para ello existe el denominado test de avidez. La respuesta inicial a la infección se lleva a cabo con un anticuerpo de muy poca avidez, y esto da lugar a una fácil disociación de la unión al antígeno. Por otro lado, un índice alto sirve para descartar una infección de toxoplasmosis que haya tenido lugar en los últimos cuatro meses.
Desde el punto de vista de la medicina, el procedimiento de este test no presenta una marcada complejidad. A grandes rasgos, se trata de un análisis durante el cual se diluye el suero del paciente y se somete a un procesamiento por duplicado de forma paralela, para obtener dos lecturas que permitan el cálculo del índice de avidez: una con disociante y otra con diluyente. Dicho índice debe multiplicarse por 100 para finalmente clasificar el resultado en una de las tres franjas posibles: alta avidez (mayor a 30%), mediana avidez (entre 20 y 30%) y baja avidez(menor a 20%).
Avidez por el agua
Sin alejarnos de la ciencia, podemos encontrar otro uso de este término que no resulta común en el habla cotidiana.
En este caso, se puede decir que el ácido sulfúrico presenta una marcada avidez por el agua, y que por esta razón se usa para el secado de gases.