La bacteriología es la rama de la microbiología centrada en el análisis de las bacterias. Para comprender de manera precisa esta noción, por lo tanto, primero se debe hacer referencia a la microbiología y a las bacterias.
La microbiología es la disciplina científica que se dedica a estudiar a los microbios. Un microbio o microorganismo, por otra parte, es un organismo unicelular que solo puede ser observado a través de un microscopio.
En el conjunto de los microbios encontramos a las bacterias, que carecen de un núcleo diferenciado. Existen bacterias que provocan enfermedades y otras que se encargan de la descomposición de las materias orgánicas, por ejemplo.
Retomando la idea de bacteriología, se trata de un campo de estudio de la microbiología que se especializa en el desarrollo de investigaciones sobre las bacterias. Al experto en estas cuestiones se lo conoce como bacteriólogo.
Los especialistas en bacteriología pueden prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades causadas por bacterias. Estos profesionales forman parte de equipos de trabajo junto a médicos, enfermeros y otros individuos dedicados al cuidado de la salud.
Los bacteriólogos estudian muestras de orina y de sangre, por mencionar dos posibilidades. También están en condiciones de examinar el suelo, el agua y otros elementos en búsqueda de bacterias.
Quienes se desempeñan en el área de la bacteriología deben protegerse con diversas medidas de seguridad para evitar las infecciones. Por lo general utilizan gafas, barbijos, guantes y batas, aunque en algunos casos incluso pueden necesitar trajes especiales si las muestras que estudian son muy peligrosas.
En este marco debemos mencionar el concepto de bioseguridad, que consiste en aplicar el saber, los equipos y las técnicas aprendidas mediante la educación científica para evitar de manera preventiva que el personal, el medio ambiente o el área de laboratorio se expongan a determinados agentes que puedan perjudicar su salud o integridad.
Dichos agentes también se conocen con el nombre de biopeligrosos, y pueden ser tanto materiales como agentes biológicos que presenten un peligro para los seres vivos, desde las plantas hasta las personas. Algunos de los más comunes son los hongos, los virus, los parásitos, los alérgenos y las bacterias.
Las vías de infección para quienes trabajan en el ámbito de la bacteriología son las siguientes:
* la boca: ya sea que estemos comiendo o bebiendo en el laboratorio, o bien que nos toquemos la boca con los dedos o con algún utensilio que haya estado en contacto con los agentes biopeligrosos;
* la piel: el riesgo se potencia cuando sufrimos algún corte o herida y no procedemos de manera adecuada para aislar la zona afectada del exterior;
* los ojos: los agentes pueden ingresar por esta vía si nos tocamos con los dedos o bien si salpica un material infeccioso y no estamos usando gafas protectoras;
* los pulmones: en un laboratorio de bacteriología es obligatorio proteger las vías respiratorias para evitar la inhalación involuntaria de microorganismos peligrosos.
Algunas de las normas de seguridad más comunes en los laboratorios de bacteriología son las siguientes:
* dejar todos los objetos personales donde se indique antes de ingresar;
* nunca quitarse la bata ni desabotonarla antes de salir;
* higienizar y desinfectar los espacios de trabajo al comienzo y al final de la jornada;
* mantener las manos limpias en todo momento;
* cuidar la postura y evitar la falta de equilibrio al manipular las sustancias y los elementos de trabajo;
* usar calzado apropiado para un laboratorio. Como mínimo, antideslizante;
* evitar el uso de accesorios para el cuerpo que puedan convertirse en fuentes de contaminación.
Conocer y ejecutar todas estas y otras técnicas de prevención no es suficiente para anular la exposición, ya que en plena actividad siempre surgen situaciones inesperadas que a veces derivan en descuidos fatales.