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Ciclo es un concepto que procede del vocablo latino cyclus, a su vez derivado del griego kýklos (que se traduce como “círculo”). Puede aludir a la serie de cambios que registra un cuerpo hasta que retorna a su estado inicial; a un período temporal que abarca diversos fenómenos distintivos; o a la sucesión de etapas o fases que se repiten en un orden determinado o de forma periódica, por ejemplo.
Se llama agua, en tanto, a la sustancia que presenta moléculas formadas por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, que se unen entre sí mediante un enlace de tipo covalente. Se trata del componente principal de los seres vivos.
Con estas ideas en claro, podemos centrarnos en la definición de ciclo del agua. Así se denomina al conjunto de los sucesivos cambios de estado que atraviesa el agua mientras circula por las diversas zonas de la hidrósfera (es decir, por todas las partes líquidas del planeta Tierra).

Al ciclo del agua se lo conoce también como ciclo hidrológico.
Desarrollo del ciclo del agua
Es importante indicar que el agua siempre se encuentra en movimiento y modificando su estado. Este ciclo, que se desarrolla desde hace muchísimo tiempo, es indispensable para que pueda existir la vida en la Tierra.
El agua en nuestro planeta está presente en distintos estados. En mayor proporción, se halla en estado líquido (en los mares, los ríos, los lagos, etc.), aunque también aparece como sólido (el hielo de los glaciares y las montañas) y como gas (el vapor y las nubes de la atmósfera).
El ciclo del agua, también conocido como ciclo hidrológico, se produce con la evaporación del agua superficial por acción del sol; con la precipitación de la lluvia desde las nubes; y con la filtración del agua líquida por la tierra. Se debe tener en cuenta que la cantidad de agua no varía, sino que esta sustancia circula y se conserva gracias a este ciclo.
Se puede indicar que la energía solar impulsa el ciclo del agua. Los rayos del sol hacen posible que parte del agua de los océanos y de otros cuerpos de aguas superficiales se evapore, con lo cual sube hacia la atmósfera a modo de vapor. Luego, ese vapor de agua se condensa en las nubes y vuelve a la superficie como precipitaciones. El agua caída, en distintas proporciones, se filtra en el suelo, fluye sobre la superficie y vuelve a evaporarse, dando continuidad al ciclo.

El ciclo del agua se desarrolla a partir de la circulación de esta sustancia en diferentes estados de agregación por la hidrósfera.
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La incidencia del ser humano
Si bien el ciclo del agua se lleva a cabo de manera natural, la actividad humana afecta su desarrollo. El cambio climático, de hecho, tiene un vínculo estrecho con este ciclo.
La industria, las prácticas agropecuarias, la deforestación, la construcción de represas y la urbanización son algunos de los factores que, de manera directa o indirecta, introducen cambios en el ciclo del agua.
No se puede obviar que el régimen de precipitaciones y el escurrimiento del agua influyen en los ciclos de otros elementos, como el nitrógeno, el carbono y el fósforo. Por lo tanto, las alteraciones del ciclo del agua modifican los ecosistemas y las condiciones de vida en general.
Ver también: Fósforo