Una contingencia ambiental es una situación que se produce cuando existe un riesgo ecológico debido a un fenómeno de la naturaleza o a una actividad desarrollada por el ser humano. Se trata de un escenario que se desencadena imprevistamente o que puede ser previsto a partir de un estudio o del monitoreo ambiental.
Lo habitual es que la contingencia ambiental sea declarada oficialmente por las autoridades. Dicha declaración suele estar asociada a la puesta en marcha de un plan para prevenir o reducir los daños que pueden afectar tanto al medio ambiente como a la salud.
Derrames de petróleo, la aparición de lluvia ácida o un nivel inusual de emisiones contaminantes que atenta contra la calidad del aire son factores que pueden derivar en una contingencia ambiental. Como se puede advertir, estos fenómenos provocan una crisis que demanda una respuesta por parte de los gobernantes para proteger a la población.
Causas de una contingencia ambiental
Las causas de una contingencia ambiental pueden ser variadas. Las actividades de la industria química están en condiciones de propiciar una situación de esta clase, por mencionar una posibilidad.
Lo mismo sucede con la industria petrolera. Por otro lado, los vehículos emisores de gases contaminantes, que son aquellos que utilizan combustibles fósiles, también pueden generar una contingencia ambiental cuando se dan, a la vez, ciertas condiciones meteorológicas. Esta combinación ocasiona el llamado efecto smog, por ejemplo.
Si bien la contingencia ambiental puede irrumpir por accidentes o por desastres naturales, en ocasiones está relacionada con un agravamiento temporal de un contexto que tiene una cierta estabilidad o persistencia. El cambio climático incentivado por los gases de efecto invernadero, al llevar a la pérdida de biodiversidad e incentivar la desertificación, puede propiciar las condiciones para una contingencia ambiental.
Las respuestas de los gobernantes
Las respuestas de los gobernantes ante una contingencia ambiental son imprescindibles. Tanto para tratar de impedir la emergencia como para actuar frente a la crisis, las autoridades tienen que adoptar un rol activo en el cuidado del medio ambiente.
En este marco, los gobiernos de los distintos países se encuentran, desde hace décadas, trabajando en conjunto en organismos supranacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la aplicación de medidas a favor de la ecología. En cada Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se suele avanzar en dicha dirección, muchas veces a través de la firma de protocolos y acuerdos.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en 1992 y en vigor desde 1994, marcó un hito en el enfrentamiento a las contingencias ambientales. En 1997 se sumó el Protocolo de Kyoto y en 2016, el Acuerdo de París, siempre con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes.
Cabe destacar que ya en la década de 1980 comenzaron a instaurarse convenios internacionales para la preservación medioambiental. El Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono posibilitó la creación del Protocolo de Montreal en 1987 para impedir el agotamiento de la capa de ozono y lograr la eliminación de los CFCs (clorofluorocarbonos) y los HFCs (hidrofluorocarbonos).
Los pactos vinculados a las normativas de emisiones y la legislación ambiental, en definitiva, son herramientas indispensables para la prevención y la mitigación de las contingencias ambientales.
El activismo y las contingencias ambientales
El activismo es otro actor clave en el tratamiento de las contingencias ambientales. Las organizaciones no gubernamentales y los diversos movimientos ecologistas pueden incidir en la política ambiental gracias a las presiones que ejercen sobre gobiernos y empresas.
Greenpeace y el World Wildlife Fund (WWF) están entre las asociaciones que trabajan en esta línea de activismo ambiental. Sus campañas suelen recibir una gran atención y consiguen apoyo de un amplio número de personas.
Medidas de prevención
Entre las medidas de prevención de contingencias ambientales se encuentran aquellas vinculadas al consumo de energía. Para reducir el uso de combustibles fósiles, se incentiva la adopción de fuentes de energía renovable (como la energía solar, la energía eólica, la energía hidroeléctrica, la energía geotérmica y la biomasa).
En este contexto, se busca promover el transporte sostenible para la movilidad urbana, con la bicicleta como vehículo ecológico por excelencia. Otro aspecto importante es la gestión de residuos: se fomenta el reciclaje para que disminuya la cantidad de basura que llega a los vertederos.
El diseño urbano, asimismo, debe contemplar la arquitectura sostenible y el respeto por los espacios verdes. Si nos centramos en entornos rurales, la reforestación para luchar contra la erosión del suelo es clave.
Más allá de cualquier medida que se tome a nivel gubernamental, se necesita de una mayor concienciación pública y de una mejor educación ambiental para que toda la sociedad se involucre a la hora de evitar las contingencias ambientales. Optar por tecnologías limpias y por aparatos y dispositivos que ofrezcan eficiencia energética, por señalar una posibilidad, son decisiones que pueden tomarse en los hogares para contribuir a la mitigación del cambio climático y al cuidado del planeta.