El derecho a la vida es fundamental para que cada ser humano pueda gozar del resto de los derechos a su disposición, como el derecho a la dignidad, el derecho a la justicia y el derecho a la igualdad. Tiene carácter universal y contempla, tal como se desprende de la misma expresión, la existencia, el desarrollo y la evolución de alguien para que pueda vivir de modo independiente y decente.
Uno de los primeros artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos se centra en el derecho a la vida. En este marco se detalla que tanto éste como la seguridad y la libertad deben ser garantizados para todos.
Cabe resaltar que el respeto por la vida humana, para una parte considerable de la población, rige desde la etapa de la concepción, mientras que otro sector sostiene que el feto debe alcanzar cierta madurez o, incluso, que el ser debe estar fuera del útero para ser objeto de derechos. Como la legislación apunta a asegurar que no se prive a nadie de su dignidad ni de su vida arbitrariamente, hay múltiples debates y puntos de vista en relación a realidades como la eutanasia, la pena de muerte y el aborto. Hay principios de orden político, sociológico, filosófico, ético, biológico, religioso y antropológico envueltos en los análisis y las discusiones al respecto que llevan a apoyar o a demostrar rechazo u oposición, según cada caso.
Importancia del derecho a la vida
La importancia del derecho a la vida es tal que existen disposiciones judiciales para protegerlo y hacerlo valer. También tratados de alcance internacional y muchas constituciones nacionales se basan en él conectándolo con el derecho a la seguridad personal y el derecho a la libertad, por detallar dos a modo de referencia.
Cada Estado, y las entidades orientadas al bienestar social, tendrían que trabajar siempre con el objetivo no solamente de resguardar la existencia humana sino también hacer que ella sea digna. Sus esfuerzos y medidas, además, deben encaminarse a impedir que se viole el citado derecho o que se atente contra la integridad de cualquier sujeto. Desde una perspectiva de respeto por la vida, no hay espacio ni admisión para asesinatos ni para ninguna de las acciones tipificadas como crímenes de lesa humanidad, por ejemplo.
Conflictos armados e inseguridad social
Conflictos armados e inseguridad social conducen, indefectiblemente, a que mucha gente se marche de su lugar de residencia estable hacia otro país o, al menos, otra región dentro de la misma superficie nacional. En el afán de ponerse a salvo y poder soñar con un futuro tranquilo en familia en algún territorio que no esté acechado por el terrorismo, una guerra ni por altos niveles de delincuencia o violencia, numerosos hombres, mujeres, niños y jóvenes se convierten en refugiados.
No hay que pasar por alto que aquellos que llevan adelante un desplazamiento forzado o, por motivaciones económicas o de otra índole, se transforman en migrantes tienen derechos.
La Constitución Nacional Argentina protege el derecho humano que posibilita el establecimiento de alguien en una zona o nación ajena a la suya. Lamentablemente, es frecuente que quienes se afincan lejos de sus patrias por situaciones de violencia o persecuciones sean víctimas de ataques de xenofobia y discriminación racial. Este segmento social tiene que saber que existe el llamado derecho al asilo, mientras que los organismos de órbita internacional tienen que luchar para que éste sea respetado y cumplido.
El derecho a la vida en la práctica
El derecho a la vida en la práctica obliga a pensar y debatir numerosas cuestiones desde diferentes perspectivas.
En cada caso, para formar una opinión propia bien fundamentada, es esencial recopilar información objetiva y considerar los argumentos tanto a favor como en contra. Por supuesto, hay asuntos que no tendrían que estar sometidos a debate ni dar espacio a más de una postura. La violencia de género, la explotación infantil (una impactante realidad que vulnera los derechos de la infancia), la desaparición forzada, el genocidio y la esclavitud, por ejemplo, son prácticas que siempre debieran ser condenadas y combatidas por el conjunto de la sociedad.
Distinto es el panorama cuando están en juego leyes relacionadas a la eutanasia, la pena de muerte, el suicidio asistido y el aborto porque sí es necesario escuchar y respetar todas las voces, priorizando el bienestar de la mayor parte de la sociedad.
Al hacer foco en la dignidad, el bienestar y la supervivencia de la comunidad, por otra parte, es vital remarcar el valor del derecho a la salud (y con él, el derecho a la asistencia médica sin distinción ni condicionamientos de ninguna clase), el derecho a la integridad física (no se admiten, en este marco, manifestaciones de tortura ni tratos inhumanos que pongan en riesgo la moral, la psiquis o el físico de alguien), el derecho a la educación, el derecho al trabajo y el derecho a la alimentación, entre otros que son básicos y esenciales.