Desesperanza es la realidad que marca a un ser humano cuando, por distintos motivos y a cualquier edad, le falta esperanza. Este estado se manifiesta de múltiples maneras pero siempre se caracteriza por influir negativamente en el ánimo y en el estado general de la persona que la padece.
Prestar atención a la salud mental y ocuparse oportunamente de ella acudiendo a consultas con profesionales de dicha área es necesario y aconsejable para poder estar bien y alcanzar la mejor calidad de vida posible.
Asesorarse sobre qué cuestiones o factores pueden ser desencadenantes de desesperanza y cuál es el impacto que tiene a nivel social, así como informarse acerca de qué alternativas existen para prevenirla o tratarla aporta tranquilidad y sirve de orientación al momento de transitarla o de intentar ayudar a alguien que la padece.
Cómo y por qué puede haber desesperanza
Es común que se intente hallar respuestas que expliquen cómo y por qué se llega a una pérdida de la fe o de la esperanza. La búsqueda de razones no revierte el cuadro pero tal vez suma claridad para comprender el origen y, en ese proceso, atacar los focos disparadores.
Conviene tener presente que no existe una única causa que lleve a un sujeto a un estado de desesperanza y tampoco toda la gente la siente y atraviesa de igual forma: no es constructivo ni correcto medir, comparar o juzgar la desesperanza de unos y otros.
Sí existe material que señala que en estos escenarios influyen factores biológicos, sociales, ambientales y/o personales. Cuando la salud física no está en equilibrio con la parte emocional no tardan en aflorar sensaciones y reacciones negativas relacionadas al desamparo y a la desolación, por ejemplo.
Claro que no solamente una patología es causal de desesperanza, ansiedad y falta de motivación (al respecto hay que reconocer que, ante un diagnóstico desalentador ligado a una enfermedad crónica o terminal, no es raro experimentar impotencia, inquietud o amargura). El desempleo, especialmente en cierta etapa de la vida, es frecuentemente motivo de preocupación, desaliento y desesperación. Angustia y provoca frustración la falta de oportunidades para desarrollarse profesionalmente y disponer de una fuente de ingresos fijos para solventar gastos propios y/o mantener a la familia.
Lamentablemente, las dificultades financieras abruman y desesperan tanto que hay quienes, de manera errónea, creen que ir por el camino de la delincuencia o por el del suicidio son sus únicas salidas. Reconocer el problema y pedir ayuda a tiempo resultan clave para superar el mal momento sin decisiones desacertadas que sólo generan más complicaciones y dolor.
En épocas de adversidad, por otra parte, cuando los planes no salen tal cual lo esperado o no hay chances de actuar para revertir un panorama desfavorable, el sufrimiento, el desgano y el desespero acompañan a una profunda sensación de desesperanza que baja la autoestima, desordena la mente y, en ocasiones, desencadena una depresión. En los duelos, por describir otra posibilidad, también se transita una fase de abatimiento, tristeza y desesperanza, ya sea al ir procesando una ruptura amorosa o la muerte de un ser querido.
Prevención, manejo y tratamiento
Aunque al ser víctima de la desesperanza el horizonte se torna gris y ni siquiera hay fuerzas ni ánimo para enfocarse en cómo superar ese estado que atenta contra el bienestar, es fundamental saber que no todo está perdido cuando la pena y el desánimo se apoderan de uno.
En primer lugar, a toda edad es recomendable fortalecer el autoestima, forjar círculos de confianza y redes de apoyo, llevar una vida social activa y cultivar el optimismo. Evitar el aislamiento, adoptar hábitos saludables, trabajar internamente para estar bien de modo integral y tener proyectos contribuye a mantener un espíritu vital y encarar cada día con energía y motivación.
La educación, las campañas relacionadas con el fortalecimiento y el abordaje de la salud mental, la terapia cognitivo-conductual y la medicación adecuada recetada por un profesional resultan clave para poder despejar dudas, guiar, orientar y contener a cada individuo.
Investigaciones y novedades vinculadas a la desesperanza
Con frecuencia, a nivel mundial, van llevándose a cabo investigaciones y surgiendo novedades vinculadas a la desesperanza y sus efectos.
En la Universitat de Valencia (UV), por ejemplo, se ha estudiado el impacto que la soledad y la desesperanza tienen en la vejez, recopilándose en ese marco datos de interés para poder trazar estrategias de prevención y abordaje del estado emocional y la salud mental de personas que transitan la tercera edad.
En declaraciones a la prensa, por otra parte, una psicóloga llamada Alejandra Fernández visibilizó a la desesperanza como parte de un ciclo vital que, como el resto de los que se van atravesando a medida que avanza el tiempo, posee un comienzo pero también un fin. Y aprovechó el espacio de expresión para remarcar la importancia de tener siempre un servicio activo de atención psicológica en colegios (donde también, considera esta experta, es imprescindible ocuparse seriamente de la prevención del suicidio), centros de salud y otros entornos donde se congregue mucha gente.