Se llama disglosia al trastorno del aparato articulador que dificulta la pronunciación adecuada de los fonemas. Quien padece una disglosia, por lo tanto, tiene inconvenientes para hablar correctamente.
Aparato articulador
El aparato articulador se compone del paladar, los dientes, la lengua, los labios y la glotis. La disglosia implica una alteración fisiológica o anatómica que lleva al paciente a no poder pronunciar bien los fonemas: es decir, las unidades fonológicas.
Es importante tener en cuenta que la disglosia no se vincula a un problema neurológico. Por eso no tiene que ver con el funcionamiento cerebral.
Causas
Entre las causas más habituales de disglosia aparecen malformaciones genéticas como la fisura palatina y el labio leporino. Estas anomalías afectan el habla y la alimentación y favorecen el desarrollo de infecciones en la zona del oído.
Un traumatismo y la parálisis facial periférica también pueden provocar una disglosia. Otra causa es la presencia de ciertos defectos en la mandíbula, ya sea por cuestiones hereditarias o problemas durante el desarrollo. También debemos mencionar la desviación de ciertas piezas dentales, que pueden dificultar el habla.
Tratamiento
Su tratamiento suele llevarse a cabo mediante intervenciones quirúrgicas a temprana edad. Sin embargo, dado que la disglosia puede tener lugar por diferentes causas, los especialistas deben hacer un diagnóstico preciso antes de indicar la forma más adecuada de tratar el problema.
En general, podemos decir que el tratamiento no se orienta únicamente al velo del paladar, los huesos maxilares, los labios, las arcadas dentarias y la lengua, sino que también a ciertas funciones del paciente que incluyen el habla, la masticación, la respiración y la deglución. Para ello, deben trabajar diferentes disciplinas en conjunto. El tratamiento también depende de la gravedad de la patología, más allá de sus causas.
Ejercicios logopédicos
Existen ejercicios logopédicos que contribuyen a mejorar la pronunciación de los fonemas. Estas prácticas ayudan a la regulación de la psicomotricidad a través de técnicas respiratorias y de la coordinación del movimiento de los dientes, la lengua y los labios.
Veamos algunos de ellos a continuación, según la parte en la que se enfocan:
- velo del paladar: su objetivo es la regulación de las fugas nasales, y lo consiguen enfocándose en la agilidad y la sensibilidad;
- lengua: la dinámica de estos ejercicios consiste en tensar y relajar la lengua. Una de sus metas es mejorar la elasticidad del frenillo;
- mandíbula: trabajan su movilidad para mejorar su rendimiento en las funciones que la involucran;
- labios: cerrando y abriendo los labios, así como tensándolos y relajándolos es posible potenciar su elasticidad.
Síntomas
Los síntomas de la disglosia se dividen en nucleares y asociados. Los primeros se distinguen por algún problema al articular los fonemas, y suelen aparecer a causa de malformaciones en los órganos necesarios para la fonación.
Con respecto a los síntomas asociados, se observan las denominadas rinofonías, que son anomalías en la producción vocal que surgen como consecuencia de alguna lesión. Otros síntomas de esta categoría incluyen problemas para expresarse con fluidez, discapacidad total o parcial en uno o ambos oídos, dificultades para leer y escribir, y rendimiento insuficiente en la escuela.
De manera más específica, los síntomas pueden incluir una cierta dificultad para:
- pronunciar consonantes como la L, la R o la S;
- articular palabras relativamente largas;
- hablar con claridad y precisión, emitiendo en cambio sonidos poco definidos y faltos de organización.
No confundir con diglosia
No se debe confundir la disglosia con la diglosia. Este segundo término (diglosia, sin la S antes de la G) refiere a la forma de la lengua bífida o al bilingüismo cuando uno de los idiomas es más prestigioso o relevante socialmente que el otro.