La Edad del Cobre es una etapa prehistórica que se inició aproximadamente en el año 3200 antes de Cristo y se extendió hasta el 2200 a. C. A este periodo también se lo conoce como Eneolítico o Calcolítico.
Como su nombre lo indica, esta fase se caracteriza por el uso del cobre, considerado entre los primeros metales que utilizó el ser humano. En una instancia inicial, el hombre prehistórico comenzó a emplear el cobre nativo que encontraba en la naturaleza, aunque luego fue incursionando en aleaciones hasta descubrir, por ejemplo, el bronce (la combinación del cobre con el estaño).
Contexto de la Edad del Cobre
La Edad del Cobre forma parte de la prehistoria, que es el periodo previo a la aparición de la escritura. Lo prehistórico, por lo tanto, solamente puede conocerse por restos de herramientas y construcciones, huesos y otros vestigios que se encarga de estudiar la arqueología.
Se puede decir que la prehistoria nace con el surgimiento de los homininos y llega hasta la creación de los primeros documentos escritos. Se la divide en la Edad de Piedra o Etapa Lítica (cuando el Homo sapiens comenzó a fabricar herramientas de piedra) y la Edad de los Metales (que supuso el aprovechamiento de los metales para crear instrumentos de todo tipo).
La Edad de los Metales, a su vez, se segmenta en la Edad del Cobre, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. La Edad del Cobre, en este marco, supuso la puesta en marcha de la Edad de los Metales, sucediendo cronológicamente al último tramo de la Edad de Piedra (denominado Neolítico).
Es importante indicar que el desarrollo humano no se dio igual ni simultáneamente en todo el mundo. Por eso, establecer años específicos para el comienzo y el final de cada etapa resulta complicado, sobre todo si se pretende dar un panorama global.
Principales características
Las principales características de la Edad del Cobre se asocian a la utilización de este metal. Los primeros rastros de fundición de cobre se remontan a 6000 a. C. en la región de Anatolia. Sin embargo, como indicamos líneas arriba, el desarrollo fue desigual. Antes de que se expandan estas prácticas, se hallaron herramientas de cobre no fundido en diferentes regiones hasta que, en torno al IV milenio a. C., la metalurgia del cobre se hizo más usual.
Se debe considerar que la fundición de cobre se logró como una optimización de las técnicas que ya se usaban para fabricar cerámica y elaborar vasijas y otros recipientes y artefactos. Si bien fue un avance importante, no representó una gran innovación en sentido técnico.
Más allá de la explotación del cobre, hubo otros cambios que caracterizaron y definieron a este periodo. A partir de la utilización del arado, se consiguió incrementar la productividad de la agricultura. Asimismo se domesticaron los olivos y las vides, se implementaron canales de irrigación y se logró acrecentar la superficie agrícola. En materia de ganadería, surgieron los productos derivados, como tejidos de lana y alimentos lácteos.
Con el excedente productivo, comenzaron a establecerse cada vez más intercambios, favorecidos también por la masificación de la rueda y la construcción de carros. Estas cuestiones fueron derivando en una mayor complejidad a nivel social y en una ocupación diferente del territorio.
La sociedad en la Edad del Cobre
La sociedad en la Edad del Cobre se complejizó a partir de los cambios productivos y de los intercambios. La fabricación de armas de cobre, herramientas de cobre y joyería de cobre hizo que el metal trascendiera lo meramente utilitario y empiece a funcionar para ostentar poder y la pertenencia a una cierta clase social.
De acuerdo a los especialistas, los restos de las tumbas y las necrópolis de la Edad del Cobre evidencian las diferencias sociales. Los templos de la época también muestran un avance respecto a la arquitectura antigua y, si bien eran edificios religiosos, también funcionaban como símbolos de poder y de una especie de aristocracia.
A lo largo de la Edad del Cobre, en definitiva, se generó una sociedad de castas o estratos, con novedosos modelos de organización. Los intercambios no fueron solo comerciales, sino también culturales. En este marco, además se concretó un crecimiento demográfico y se multiplicaron los asentamientos humanos. La combinación de estas variables sentó las bases para el surgimiento posterior de los primeros Estados.
Final de la etapa
El final de la Edad del Cobre se vincula al dominio de aleaciones, sobre todo a la producción de bronce. De hecho, ese avance hace que a la etapa que siguió se la denomine Edad del Bronce, donde aparecieron las ciudades-Estado, la escritura cuneiforme y los jeroglíficos.
No se puede dejar de mencionar que esta periodización de la historia antigua no aplica a todas las regiones por igual. Si consideramos al África subsahariana, los estudios indican que se llegó a la metalúrgica del hierro sin paso previo por el bronce ni el cobre: en ese caso, no hubo Edad del Bronce ni Edad del Cobre, solo Edad del Hierro.